OPINIÓN

Ahora más que nunca, familia

Agustín Buades | Domingo 17 de mayo de 2020

Hace dos días , el 15 de mayo, celebrábamos el Día Internacional de la Familia en plena pandemia, y una vez más, como se demostró con la crisis de 2008, se ha palpado que el verdadero colchón que acoge y amortigua cualquier golpe es esa institución milenaria llamada familia y que algunos se empeñan en destruir, desprestigiar, y en el peor de los casos ignorar, y por ende no apoyarla y protegerla .

La proclamación unánime de 1994 del Día Internacional de la Familia fue en reconocimiento de la importancia que tienen las familias en el desarrollo social. Centrarse en las familias ofrece una solución amplia y con una perspectiva humana de las cuestiones de desarrollo que habitualmente son abordadas desde el punto de vista de la política sectorial o de los grupos sociales. El tema del Año Internacional de la Familia 1994 fue 'La familia: recursos y responsabilidades en un mundo en evolución' y sirvió para concitar la atención en los derechos y las responsabilidades de los miembros de la familia y los procesos económicos y sociales que afectan a esos derechos y responsabilidades.

Últimamente, se habla mucho de la familia: la familia ha de resolver los problemas demográficos, dar la vuelta a la famosa pirámide invertida; ha de lograr trabajadores más felices y eficaces que sepan conciliar trabajo y familia; ha de aportar más riqueza al país y rescatar con nuevos hijos el deteriorado sistema del bienestar, para lo cual la familia, se dice, ha de promoverse con incentivos y ayudas económicas…

Y todo esto está muy bien, pero si nos quedamos ahí corremos el riesgo de acabar tratando a la familia como medio y no como fin, como instrumento al servicio de todas aquellas causas: equilibrio demográfico, conciliación laboral, bienestar social.

La mejor inversión de la administración y los poderes públicos, cuya principal función, razón de ser y deber básico es la construcción de una sociedad armónica, segura, pacífica y justa, es ayudar, proteger y sostener a la familia, porque, como proclama el Artículo 16.3 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, la familia es el elemento natural y fundamental de la sociedad y tiene derecho a la protección de la sociedad y del Estado. Sin familia, no hay sociedad; sin familia sana, no hay sociedad sana. Sin Familia, no hay Futuro.

Hemos de conseguir, entre todos, que nuestra sociedad sea una sociedad amistosa para la familia, en términos de la ONU, porque, sólo así, la sociedad será auténticamente humana.


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