La paralización de la actividad económica forzada por la crisis sanitaria del Covid-19 ha situado al borde del precipicio a las empresas que prestan servicios de guardería y escuela infantil en Baleares. De hecho, la presidenta de la Federación de Escuelas Infantiles (FEIPIMEB), Francisca Picornell, estima que unos 1.500 trabajadores del sector perderán su empleo en Baleares a causa de esta situación. A este contingente habría que sumar a los profesionales autónomos
La Federación de Escuelas Infantiles (FEIPIMEB), federación que representa al sector en las islas, ha advertido a la Conselleria de Educación, Universidad e Investigación de la “situación límite” que están atravesando estos centros, y ha solicitado al titular de este departamento, Martí March, que destine una partida extraordinaria que les permita afrontar los gastos más perentorios y evitar, de esta manera, el cierre. Esta misma solicitud ha sido cursada a la consellera ejecutiva de Presidencia del Consell de Mallorca, Teresa Suárez.
Según la FEIPIMEB, las administraciones deben salir en auxilio de todos los centros, independientemente de que formen parte o no de la red de ‘escoletes’ públicas de la Comunidad Autónoma, para evitar que deban declararse en quiebra.
La entidad federativa ha recordado que tanto las escuelas de educación infantil como las guarderías responden al modelo de “pequeñas empresas que viven al día” y que, en este sentido, necesitan obtener ingresos mensuales para hacerse cargo de sus obligaciones económicas. Sin embargo, con la suspensión de las actividades en el sector a consecuencia de la emergencia sanitaria, los centros ya no disponen de recursos para pagar sus facturas, y, al mismo tiempo, no cuentan, según indican, con capital suficiente para resistir con garantías este período de paralización.
El temor que ha expresado la FEIPIMEB es que, cuando la sociedad haya podido superar, al fin, la alarma por el coronavirus, una buena parte de guarderías y escuelas infantiles se hayan visto obligadas a cerrar sus puertas ante la imposibilidad de hacer frente a sus cuantiosos gastos sin obtener, a cambio, ningún ingreso. Muy al contrario, la federación pretende que los centros “puedan tener a punto sus instalaciones” en cuanto la emergencia revierta para, de esta manera, proseguir con su labor socioeducativa que tanta trascendencia adquiere a la hora de asegurar la conciliación laboral en las familias.
En esta misma línea, la presidenta de la FEIPIMEB, Francisca Picornell, estima que unos 1.500 trabajadores del sector perderán su empleo en Baleares a causa de esta situación. A este contingente habría que sumar a los profesionales autónomos.
Según Picornell, el “pesimismo” se ha instalado entre el personal de los centros, sus gestores y sus propietarios. La sensación, en palabras de la presidenta de la federación, es que “hay motivos para estar muy asustados, porque no sabemos cuánto tiempo va a durar esta crisis, y también desconocemos a ciencia cierta cuáles serán sus consecuencias reales”.
En declaraciones a mallorcadiario.com, Francisca Picornell ha revelado que los responsables de algunas ‘escoletes’ ya le han comunicado su decisión de “no retomar la actividad en el futuro. Por una parte, porque no pueden afrontar todos los gastos que se les vienen encima; y, por la otra, porque son numerosos los padres y madres que han optado por no enviar más a sus hijos a la guardería y esperar a poderlos matricular en las escuelas cuando empiece el nuevo curso lectivo”.
Uno de los temores de la presidenta de la FEIPIMEB es que todo este cúmulo de noticias negativas “redunde en un repunte de la economía sumergida en nuestro sector”. Ello sería así porque, a su juicio, “el paro crecerá en todos los sectores, habrá más gente sin trabajo, y no faltarán los ofrecimientos de personas que a cambio de una compensación económica estarán dispuestas a acoger a pequeños en sus casas, como si estuvieran regentando una guardería, pero, lógicamente, sin cumplir ningún requisito legal ni garantizar la protección y la seguridad de los niños”.
Los centros de educación infantil ubicados en las zonas turísticas de Mallorca son los que, en mayor medida, están notando los efectos de la paralización de la actividad. Como explica Francisca Picornell, “son escuelas cuyo punto álgido de funcionamiento coincide con el mes de marzo, es decir, cuando empieza a vislumbrarse la proximidad de la temporada alta, ya que acogen a pequeños de familias que trabajan en hoteles y restaurantes”.
No obstante, dado que la actividad turística ha caído en barrena, y las perspectivas para julio y agosto son inciertas, los propietarios de estas guarderías, según explica Picornell, “han decidido no aguardar al verano, y han cerrado sus negocios”.