La entrada en vigor del estado de alarma ha supuesto el cierre de todos los centros residenciales y, en consecuencia, imposibilita ingresos nuevos. La intención de habilitar esta planta responde a la necesidad de atender personas que hasta ahora vivían en sus domicilios pero que, por motivos diversos, necesitan ingresar de urgencia en un centro. También acogerá personas no contagiadas derivadas otras residencias con un alto porcentaje de afectados por coronavirus. Será una zona controlada, aislada del resto de usuarios de la residencia, y todos los casos que lo ocupen tienen que cumplir una cuarentena.
En una primera fase se habilitarán 15 plazas y se contratarán 12 personas para atender los nuevos usuarios entre técnicos, cuidadores de atención directa y personal de servicio.
Con la reforma, la antigua planta ha quedado dividida en dos alas separadas por un espacio central con zonas comunes nuevas. En total tiene 34 habitaciones que se pueden adaptar a las necesidades de los usuarios: desde 42 plazas (26 habitaciones individuales y 8 dobles) hasta 68 plazas (34 habitaciones dobles). Todos los aposentos disponen de salidas de oxígeno y baño accesible.
Por otro lado, un total de 40 residentes de la Bonanova han dado negativo a las pruebas de coronavirus hechos recientemente después de registrarse un único caso positivo.
El IMAS aplica protocolos de protección extrema a las residencias: se han eliminado las visitas, se toma a diario la temperatura a los usuarios y se hacen aislamientos preventivos.
En el supuesto de que se detecte un caso positivo, se actúa inmediatamente y en coordinación con la Consellería de Salud. Se traslada la persona de la residencia en un hospital y los residentes que han estado en contacto con la persona enferma permanecen en zonas de aislamiento habilitadas en cada centro. Además, se hacen pruebas a todos los usuarios y a todo el personal para intentar aislar el problema el más rápidamente posible.