OPINIÓN

Nadie hablará de nosotros cuando hayamos enloquecido

Francesca Jaume | Lunes 30 de marzo de 2020
¿Quien se ocupa de que nuestras mentes estén bien?

Cuando una sociedad sufre una tragedia (guerra, fenómeno natural, crack monetario..) una o varias generaciones resultan marcadas de por vida. No sabemos si será nuestro caso, pero lo que está claro es que cuánto más se alargue el Estado de Alarma, las medidas restrictivas y las consecuencias sociales y económicas derivadas de la pandemia del COVID-19, más secuelas psicológicas se van a arrastrar. No nos dirán cifras de suicidios, pero los habrá si no los ha habido ya.

Durante el tiempo de confinamiento, los humanos -que por esencia somos un zoon politikon como bien describió Aristóteles- nos hemos encontrado con un paro vital (social, laboral, económico y familiar) con la imposibilidad de realizar ningún plan de futuro al desconocer cuánto tiempo durará el confinamiento y cuántos años nos llevará la recuperación. A la vez, a diario vemos como el coronavirus es monotema en nuestras vidas, y las tristes cifras con las que somos bombardeados de continuo nos meten una presión formidable.

Es importante sacar esta crisis adelante, que se consiga el famoso "ganar tiempo" de Pedro Sánchez hasta que lleguen los tratamientos, EPIs y demás elementos necesarios para frenar la evolución geométrica de contagios, UCIs y decesos; sin embargo, no menos importante es salir de ésta en plenas condiciones psicológicas, o sino con las mínimas lesiones posibles.

A pesar de esto, todas las proclamas que se escuchan es que tenemos que ser solidarios, patriotas, valientes, resistentes y otros tantos valores militares, como si esto fuera a calmar nuestra ansiedad. ¡Os vais a quedar sin ropa pero al menos os podréis poner la bandera como túnica!

Pues no, también es necesario que alguna autoridad empiece a tener en cuenta que estamos muy pero que muy nerviosos. Porque aunque estemos en el mejor lugar del mundo como es nuestra casa, estamos muy intranquilos por el futuro que nos espera, tanto a corto plazo (la cuenta corriente está en caída libre) como a largo (rueda de consumo parada), amén de lo vulnerables que nos hará sentir el salir a la calle o tener un mínimo acercamiento físico con cualquier persona que no sea del entorno más cercano.

No, ninguna medida o acción se está observando al respecto por parte de las autoridades políticas - a las sanitarias no se lo podemos pedir ahora mismo-, como si fuera una cuestión menor, cuando no lo es, porque tan importante es vencer al virus como no quedar dementes en el intento.

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