Cumbre europea determinante la que ha de tener lugar este jueves con la expectativa de trazar un plan de rescate de emergencia destinado a los países más afectados por la pandemia del Covid-19, entre los que se halla España, además de Italia y Francia. Sin embargo, estas ayudas irán orientadas a paliar los efectos de la emergencia actual, y no entrarán de lleno, en principio, en la puesta en marcha de una actuación más ambiciosa que incluya iniciativas como el otorgamiento de eurobonos o una modificación de las directrices fiscales en la Unión Europea.
Las previsiones indican que la cumbre sacará adelante una declaración en la que se reconoce que la alarma sanitaria hace necesario llevar adelante "un plan global de recuperación económica sin precedentes", pero, más allá de esta frase formal, no se articularán de momento mecanismos concretos que puedan supone una inyección inmediata de recursos o la adopción de medidas más drásticas y concluyentes. Como mucho, esta declaración servirá como punto de partida para que la Comisión Europea empiece a confeccionar una hoja de ruta que, con el tiempo, ha de dar lugar a la redacción de un plan de acción más concreto y definitivo.
La realidad, si hay que atenerse a los más recientes acontecimientos, es que, con la pandemia en su máximo apogeo, el bloque europeo se halla más dividido que nunca. Por un lado, están Francia, España e Italia como países más afectados que reclaman soluciones urgentes e inmediatas. Por la otra, naciones que, como es el caso de Alemania y Holanda, abogan por la contemporización, es decir, por esperar un tiempo hasta conocer el alcance real en la evolución del coronavirus antes de calcular qué inversión habrá que efectuar para mitigar los efectos socioeconómicos de la crisis.
En este sentido, tanto el gobierno de Merkel como sus correligionarios holandeses son partidarios de no incrementar, de momento, la aportación de recursos de la UE, sino agotar el fondo ya existente y que forma parte del presupuesto comunitario. Como muy lejos, están dispuestos a conceder la emisión de unos bonos especiales destinados a contrarrestar la sangría que supone para los países miembros, especialmente los más afectados, la necesidad de invertir en la multiplicación de medios sanitarios y asistenciales.