La decisión de suspender el Mobile World Congress (MWC) de Barcelona, acordada este miércoles por los organizadores, supone un golpe durísimo a la economía de Barcelona y del conjunto del país. Se calcula en 500 millones de euros lo que dejarán de ingresar las empresas de hostelería, transportes y servicios por la suspensión de la que es la mayor feria mundial del sector. Los organizadores han argumentado el miedo a la propagación del coronavirus -muchos de los asistentes al certamen son de origen asiático- y, sobre todo, el goteo de bajas que se han ido produciendo durante las últimas jornadas por parte de algunas de las más importantes firmas del sector.
La principal razón, pues, no se basa en datos sanitarios fehacientes, sino que habría que atribuirla más bien a la psicosis que está extendiendo el pánico de una forma más veloz que la propia enfermedad. Ni Barcelona, ni el conjunto de España, están sometidas a ningún tipo de emergencia sanitaria por esta circunstancia, por lo que será difícil explicar ante el alud de reclamaciones que se avecinan el origen real de la suspensión.
La coronavirus se ha cobrado ya más de 1.300 vidas y supera los 60.000 infectados, casi 59.000 de los cuales se hallan en China. La mortalidad del virus es pequeña -inferior a otras epidemias recientes- y el índice de recuperación una vez contraído es alto: multiplica por seis el número de fallecidos. En España se han aislado a dos pacientes, uno en Canarias y otro en Mallorca; los dos fueron contagiados fuera de España y, además, el que permanece ingresado en Son Espases dio negativo en los análisis por primera vez desde su ingreso.
Al no existir razones clínicas, la suspensión del Mobile de Barcelona es un mal ejemplo de cómo se debería gestionar el pánico en situaciones como esta. La extensión de este miedo puede llegar a ser más paralizante que la propia enfermedad, lo que debería evitarse en circunstancias similares que puedan acontecer en el futuro.