OPINIÓN

Los restos de una dictadura

Joana Maria Borrás | Domingo 13 de octubre de 2019

Reconozco que no he seguido demasiado la noticia porque, como muchas otras que se repiten en todo momento, ha llegado a cansarme. Seamos francos, hoy en día basta escuchar un “telediario” durante los primeros 15 minutos porque a partir de ahí todo es lo mismo por lo que a noticias no deportivas se refiere. Es por este motivo por lo que reconozco que, por lo que concierne al tema del traslado de los restos de Franco, tengo ciertas lagunas informativas sumada a cierta ignorancia (como siempre) atrevida.

A mi realmente me da igual si trasladan o no los restos de ese dictador. Lo digo porque no entraré en debates que me parecen surrealistas, faltos de una visión práctica y que son ostentosamente manipulados para remover las conciencias de una parte de la ciudadanía extremadamente sensible. Lo que me gustaría saber no obstante es si no había otra manera de convertir la historia del dictador en una parte de la historia para no olvidar jamás y para no repetir nunca.

Nos pasamos el día construyendo “centros de interpretación” en edificios abandonados y somos después incapaces de hacer posible la interpretación de la historia pasada sin tener que trasladar los restos de un difunto aunque fuera un dictador. Quizás podría haberse contado la historia de las atrocidades cometidas utilizando esa inmensa mansión post-mortem como ejemplo de la, también inmensa, barbarie en que consiste una guerra. Porque los jóvenes no es que estén olvidando sino que directamente desconocen lo que sucedió y no tienen ni idea de como pudo este País convertirse en protagonista durante unos años de las atrocidades que siempre nos creemos que cometen otros.

No hay nada peor que creerse impunes y creer que las guerras avisan. Creo sinceramente que estamos olvidando demasiado rápido y que trasladar los restos de Franco aparte de ser una pérdida de tiempo, de dinero, es una forma equivocada de intentar resarcir un daño que no es resarcible de ninguna manera porque los restos de una dictadura no se pueden trasladar. Con lo fácil que hubiera sido explicar en ese espacio el terror de quienes lo vivieron, el reconvertir un centro de adoración a un dictador en un lugar de aprendizaje e interpretación de la historia que no queremos repetir.

Puede que sea verdad, que escondiendo los restos del dictador a pocos kilómetros de distancia, haya quienes puedan sentir menos dolor por las pérdidas y las atrocidades sufridas, y de ser así me alegrare y respetare esa decisión, pero lo que me gustaría de verdad es que los que son niños hoy supieran que durante 40 años nuestros abuelos y padres soportaron una dictadura y que las dictaduras no son sólo patrimonio de algunos Países distintos al nuestro, y que cuarenta años es toda un vida y que eso nadie, con dos dedos de frente, debería permitir nunca que volviera a suceder.


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