El último semestre se está afrontando desde los gobiernos autonómicos en situación de ahogo financiero. La situación es tan seria que sus propios barones han tenido que simular desencuentros con el gobierno central para que no les pase factura en las urnas. Las declaraciones orientadas a quejarse de la paralización de las transferencias rutinarias de fondos se han producido en cascada y en términos muy parecidos.
A medida que nos vamos acercando al 10N, se están sucediendo acontecimientos que van a influir, indiscutiblemente, en los nuevos comicios. Algunos provocados, otros espontáneos. La mayoría previsibles. De ahí que los resultados de la nueva consulta solo la tiene clara el independiente Tezanos.
En otro orden de cosas, no es casual que la intervención de la Guardia Civil en la que se ha intervenido material explosivo en Cataluña haya cogido a Sánchez volando. Se pasa más tiempo en el aire que en tierra, haciendo honor a su apodo de “Falconeti”. A lo mejor, tampoco es un hecho fortuito que la duración del viaje trasatlántico haya podido influir en el resultado definitivo y al buen término de la operación policial.
Menos accidental resulta la ampliación de “Mas Madrid” a Mas España en forma de “Mas País”; no vaya ser que la semántica distraiga los potenciales apoyos. Tampoco parece casual que la primera decisión de Errejón, Iñigo para los amigos, haya sido una manifestación en la muestra su vocación de ser muleta del sanchismo. No se puede considerar como muy normal el nacimiento de un partido para ser sostén de otro. A estas alturas, lo que no queda claro, salvo para Tezanos y para Iván Redondo, si una muleta será suficiente para evitar la caída accidental y traumática de ambos por apoyo insuficiente.
En este espacio de interinidad, también se ha podido comprobar que no hay nada más potente que el efecto devastador que el odio entre dos enemigos íntimos. Es tan intenso que han invertido la definición de política como el “arte de hacer posible lo necesario” elevándola al arte de “hacer imposible lo posible”.
Ante tanta marea, no se descarta que, como en el fútbol, resulte más fácil cambiar a los entrenadores que a las plantillas. Buen finde.