DEPORTES

Abonados a la fatalidad

Josep Maria Aguiló | Domingo 22 de septiembre de 2019
Si ustedes conocen a algún reconocido filósofo o a algún eminente psicólogo que digan que la fatalidad no existe, pídanles, por favor, que vean el resumen del partido jugado este domingo entre el Getafe y el Mallorca. Posiblemente, les descubrirán a ambos sabios un mundo hasta ahora completamente desconocido para ellos más allá de los libros de ensayo y de las aulas universitarias.

Fatalidad es que Raíllo no juegue por un problema previo de cervicales. Fatalidad es que Baba marque un gol en propia meta a los seis minutos, cuando el encuentro iba aún cero a cero. Fatalidad es que Salva Sevilla y Baba Rahman se lesionen diez minutos después al unísono. Fatalidad es que el colegiado, Jaime Latre, pite a Joan Sastre el penalti más estricto de la historia de la humanidad desde su creación. Fatalidad es, en fin, que Budimir marque sus dos primeros goles en este campeonato y que ambos tantos no sirvan para sumar al menos un punto.
Aun así, del partido jugado este domingo pueden extraerse otras lecturas o conclusiones no tan fatalistas, que serían interesantes en unos casos e incluso positivas en otros. La primera conclusión sería que no sólo los periodistas de vida sedentaria tenemos problemas con las cervicales, sino que también los tienen algunos grandes deportistas de primer nivel. Contando ya con que Raíllo se recuperará en unos pocos días, de no ser así, creo que podría recomendarle a alguno de los fisioterapeutas que conmigo han hecho milagros.

Otra lectura que también puede hacerse del encuentro contra el Getafe es que si el leve agarrón de Sastre a Mata fue señalizado con la pena máxima, es posible que a partir de ahora nos piten cada domingo seis o siete penaltis a favor, que son el número de agarrones que suelen sufrir Budimir o Lago Junior en el interior del área pequeña partido tras partido.

Por último, si obviamos el pequeño detalle de que en un solo partido nos han hecho el mismo número total de goles —cuatro— que en los cuatro encuentros previos, debemos estar contentos de que nuestro equipo haya recuperado finalmente el olfato de gol con dos buenas dianas. De lo que se trata a partir de ahora es de volver a la senda del triunfo lo más pronto posible, para que al menos en el caso del Mallorca no sea cierta la sentencia del gran Oscar Wilde que decía que «la fatalidad de los buenos propósitos es que siempre llegan tarde».

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