El número de quejas sobre la calidad del transporte interurbano de Mallorca se ha incrementado notablemente en verano. Las reclamaciones se centran en los retrasos en el servicio y las bajas frecuencias en la práctica totalidad de las líneas. El mal tiempo y la gran afluencia de turistas no han ayudado a la hora de hacer más cómodo el servicio, aunque el principal argumento esgrimido por los usuarios que optaron por tramitar quejas es que durante el periodo estival no se haya producido ningún cambio ni en las líneas cubiertas ni en la intensidad de las frecuencias. Es decir, sorprendentemente, se ha considerado que el servicio requiere los mismos recursos en invierno que en verano.
La situación es transitoria, dado que en los próximos meses entrarán en servicio las nuevas concesiones y se deberían paliar gran parte de los déficits que tiene el TIP de cara a sus usuarios. En todo caso, el verano ha transcurrido con las mismas dificultades que otras temporadas: esperas de 40 minutos en horas de pleno sol, últimos trayectos a las seis y media de la tarde en algunas líneas, vehículos deteriorados...
Es necesario que las nuevas concesiones signifiquen el final de esta situación. El servicio no sólo debe contar con mejores vehículos y una política tarifaria más racional -incluido que el conductor no sea quien cobra el billete, con el consiguiente retraso en las paradas-, sino que debe dotarse de la suficiente flexibildad para modificar los recursos en función de las necesidades.
Es una mejora necesaria si lo que se pretende, de verdad, es potenciar el transporte público frente al uso del vehículo privado. De nada sirve predicar una movildad más sostenible que no implique la construcción de nuevas carreteras si transportes públicos como el TIB siguen siendo un medio que no está a la altura de lo que sus usuarios reclaman.