OPINIÓN

Discriminación positiva

José A. García Bustos | Sábado 07 de septiembre de 2019

La discriminación positiva es un oxímoron, es decir, un juego de palabras de significado contradictorio. Como lo es el “secreto a voces” o el “lavado en seco”.

La discriminación, sin más, representa un trato desigual y perjudicial hacia una persona o grupo, por diversas razones como el sexo, la edad o la nacionalidad.

Esta semana hemos conocido una de las propuestas progresistas del PSOE a Podemos como es la de otorgar gratuidad a la matrícula durante el primer año a las mujeres que cursen carreras técnicas universitarias. La razón es que se matriculan menos de un 30% de mujeres.

La ayuda a las mujeres debería venir motivada por la diferencia de oportunidades en el mercado laboral y por la brecha salarial entre hombres y mujeres. Cualquier ayuda o fomento de acciones para reducir esta distancia debería ser bien vista.

Pero, ¿qué sentido tiene fomentar el acceso a la universidad solo a mujeres y solo para aquellas que elijan unos determinados campos del conocimiento? Es una discriminación al cuadrado.

Esta medida es torpe. Discrimina entre hombres y mujeres cuando son ellas las que mejores notas sacan en selectividad y son el grupo más numeroso en cursar estudios universitarios. Por tanto, la discriminación positiva debería venir para ellos, el grupo menos numeroso.

Discrimina entre las propias mujeres al ayudar solo a algunas. ¿Por qué condicionar la elección de tal o cual carrera cuando es el paso más importante de la futura vida profesional de cualquier persona?

Hasta la llegada a la universidad se han podido tomar decisiones limitadas (lo que en mi época se conocía como ciencias o letras) pero la elección universitaria representa la gran elección de lo que cada uno decide para su futuro. Escoger una carrera universitaria significa renunciar al resto. Es un acto de libertad absoluto y privado que no debería condicionarse desde los poderes públicos. Responde a aquella pregunta que nos hacían de pequeños: Y tú, ¿qué quieres ser de mayor?

La propuesta progresista (¿?) no llega, además, en el momento vital adecuado. Se debería facilitar el acceso al mercado laboral, es decir al acabar los estudios universitarios, no al iniciarlos.

Sería igual de discriminatorio, positivamente hablando, si fomentasen el acceso de los hombres a las carreras donde tienen menor presencia como son enfermería, educación o veterinaria.

Cuando los poderes públicos, de cualquier ámbito y país, no prohíben, se inmiscuyen en la vida privada o subvencionan unos comportamientos determinados. Muchas veces, deberían dejar hacer y respetar la esfera privada. Deberían dejar que fueran los padres y no los estudios de bachillerato ingleses quienes enseñen a cambiar las sábanas o poner una lavadora, como han aprobado para este curso. O deberían dejar que cada uno, sea hombre o mujer, elija a qué dedicarse en el futuro.

Y de lo que nadie habla es de ¿quién paga todo esto? La respuesta es obvia. Usted, yo y todos. Hayamos sido discriminados positiva o negativamente.


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