El último comunicado de la ong Open Arms señala que acepta dirigir su barco hacia algún puerto balear si se le garantiza la asistencia necesaria para desembarcar y atender a los inmigrantes que lleva a bordo. Con esta decisión, la ong española habría primado, finalmente, las necesidades urgentes de los rescatados en el mar en vez de mantener el particular pulso con el ministro Salvini, empeñado en no aceptar el desembarco de los refugiados en suelo italiano -una decisión que tiene un elevado sesgo electoralista y que sigue prolongado la situación de emergencia vivida en el buque.
El Open Arms espera frente a la costa italiana de Lampedusa todavía con 107 migrantes que llevan a bordo 18 días, después de haber sido rescatados del mar. Su última decisión -si es que no se producen nuevos giros de guión- parece acertada, una vez que España ha ofrecido puertos como los baleares para desembarcar los refugiados. La prioridad deben ser los inmigrantes a bordo. En este sentido, avanzada ya una crisis que dura tres semanas, el Gobierno central y el Govern balear ofrecieron este domingo los puertos de Mahón y de Palma como destino final. Una alternativa que tiene lógica por la proximidad, aunque no esconde un cierto enfado por la forma de actuar de la ong que a juicio de Moncloa debería haber recalado en Malta en vez de poner proa a Italia.
El episodio, independientemente de cómo se resuelva finalmente, pone en evidencia una vez más la incapacidad de las instituciones europeas para funcionar como una estructura supranacional solvente y eficaz en este tipo de crisis. El presidente del Parlamento europeo, David Sassoli, aún espera que la Comisión Europea -en la persona de su presidente, Jean Claude Junkers- le comunique la distribución "justa y urgente" de los inmigrantes del Open Arms entre los diferentes países europeos. La inacción europea contribuye a prolongar injustamente situaciones tan dramáticas como la que se vive en el buque español.
Los principales damnificados de esta situación son los inmigrantes rescatados, víctimas primero de las mafias que trafican con personas; afectados, después, por la falta de solidaridad y claridad de criterios de los gobernantes, y objetivo, por último, de los medios de comunicación que relatan en tiempo real las miserias de un espectáculo vergonzante. Así las cosas, de confirmarse que es Baleares -o cualquier otro puerto español- el destino final del Open Arms en esta singladura, es necesario protegerles de la exposición mediática y actuar de la forma más discreta posible. No sería de recibo un nuevo espectáculo como el vivido con el Aquarius el pasado año cuando atracó en Valencia con un amplio desfile de ministros, consellers y alcaldes tentados por la foto fácil.