La formación del nuevo gobierno se está diseñando desde la abundancia. De hecho, la asignación de cargos, en el bloque de izquierdas, se ha planteado en términos reparto; de sillas, para ser claros. El espectáculo protagonizado por MES a la hora de nominar a sus elegidos ha sido grotesco, esperpéntico, de vodevil. Política rancia, muy rancia. Tendrán de contratar a un asesor de comunicación, a costear desde el partido, para aderezar su deteriorada imagen pública.
En 4 años, si fijamos la comparación, con la legislatura que finalizó en 2015, se ha pasado de 7 consejerías, a 11, con dos nuevas secretarías autonómicas. El número de direcciones generales se ha disparado y el de asesores reconocidos ya supera el 50% de los existentes.
Todo ello con las mismas competencias y con la misma deuda. El problema no está en los sueldos de los políticos que no se pueden considerar, en general, elevados, sino todo lo contrario. El inconveniente ;principal ;se centra en el creciente número de políticos, en su débil bagaje profesional ;y en el coste alarmante de una administración a la vieja usanza que se convierte en inasumible.
El primer paso para una rectificación es el reconocimiento de la situación. ;Deberíamos estar diseñando una administración ;del siglo XXI. Ágil, moderna, ;cercana, innovadora, al único servicio de los ciudadanos. ;Todo apunta a que se están creando las bases de una más grande, más cara, más inoperante y de corte clientelar. Los detalles que caracterizan al nuevo rico les delatan, empezando por la pomposa escenificación de Bellver, cuya foto no cabe ni en Instagram. Buen finde.