Aproximadamente una de cada cinco mujeres en Europa fallece a causa de patologías cardiovasculares. Para el doctor Eric Canales, cardiólogo de Juaneda Hospitals: “En el caso de las mujeres la afectación cardiovascular en la mujer suele ser más agresiva y con un peor pronóstico en comparación con los hombres”.
Hombres y mujeres pueden sufrir un infarto por igual, la diferencia explica el doctor Canales radica en: “La edad de prevalencia. En el caso del sexo masculino los infartos suelen comenzar a partir de los 40-50 años y en el femenino a partir de los 56-60 años. La probabilidad de que una mujer tenga un infarto es más frecuente después de la menopausia, momento en el que se reduce la producción de hormonas femeninas y suele producirse una mayor alteración de los niveles de colesterol, glucosa y tensión arterial. Los estrógenos actúan como hormonas protectoras hasta la menopausia que pierden dicho escudo”.
Además, en el caso de las mujeres suelen ser más graves, debido a que son menos claros que en el hombre: “A diferencia de lo que se piensa, las manifestaciones clínicas del infarto son diferentes entre ambos sexos. Tradicionalmente se relaciona un infarto con la sensación de una opresión torácica que se irradia a cuello, brazos o espalda. El dolor típico en el pecho. Pero, en el caso de las mujeres no tienen por qué darse exactamente de esta manera. En su caso, los síntomas pueden ser: cansancio, falta de aire, náuseas, vómitos, malestar general, dolor de espalda o incluso en la mandíbula”.
El doctor Eric Canales insiste en la necesidad de incidir en la prevención para combatir esta enfermedad cardiovascular, sobretodo en la población femenina:“Una mala interpretación de los síntomas de un infarto suele llevar a retrasar la atención médica y por tanto el de tener peores resultados. Los datos de alarma y manifestaciones físicas más comunes del infarto femenino son: fatiga inusual, dificultad respiratoria, sudor frío, dolor en la parte media superior del abdomen –boca del estómago- y dolor de pecho atípico con sensación de angustia-malestar que en la consulta describen como una sensación vaga que algo que sienten no va bien. Además, con frecuencia los días previos a un infarto se sufre insomnio, ansiedad o debilidad inusual. Aunque los síntomas no coincidan con los de un infarto, hay que acudir a urgencias para evitar mayores complicaciones”.