OPINIÓN

Políticos alternativos

Emilio Arteaga | Martes 02 de abril de 2019

Este pasado domingo el candidato más votado en la primera vuelta de las elecciones presidenciales de Ucrania ha sido el actor cómico sin ninguna experiencia política Volodymyr Zeleinskiy. Al 90 % del escrutinio había obtenido algo más del 30 % de los votos, casi el doble que el presidente actual, Petró Poroshenko, que no llegaba al 16 %.

Zeleinskiy no tiene experiencia política ninguna, aunque sí en la ficción, ya que protagoniza el papel de presidente en una serie cómica de gran éxito en el país, que se retransmite por una de las principales cadenas de televisión. Precisamente su papel en la serie es la de un profesor, que también sin ningún conocimiento político previo, llega a la presidencia por una concatenación de casualidades.

La combinación de crisis económica, cansancio de la población con la corrupción de los políticos y el inacabable conflicto con los prorrusos en el este del país, en la región del Donbás, y la nula confianza en el gobierno, por debajo del 10 %, una de las más bajas del mundo, han sido el caldo de cultivo perfecto para la aparición de Zeleinskiy y su más que probable victoria en la segunda vuelta de las elecciones, con lo que se convertiría en el nuevo presidente de Ucrania.

No es el único de candidato alternativo, externo a la política tradicional, que ha aparecido en política, pero sí sería el primero que llegara a la presidencia de un país importante del mundo occidental. Por supuesto, Donald Trump ha llegado a presidente de Estados Unidos, pero no puede considerarse un auténtico desconocido para la política, aunque no se había dedicado profesionalmente. También Ronald Reagan llegó a presidente después de ser un actor mediocre, pero antes desempeñó una larga carrera política, desde el sindicato de actores hasta el cargo de gobernador del estado de California.

Cuestionados sobre su voto a Zeleinskiy y su falta de experiencia, su carencia de programa concreto y de conocimientos para dirigir un país tan grande, con tantos problemas, con una crisis económica galopante y con un vecino tan poderoso como Rusia, que ya le ha arrebatado la península de Crimea y que no parece dispuesto a aflojar en su voluntad de anexionarse las provincias orientales rusófonas del Donbás, muchos ciudadanos responden que lo único que ha ocurrido con los políticos con experiencia es que la corrupción no ha mejorado, la economía ha empeorado y la guerra en el este se ha estancado, así que prefieren a alguien sin experiencia que no esté sometido a los intereses de los oligarcas, que muchos piensan que son los verdaderos gobernantes en la sombra.

Quizás aquí esté la principal debilidad de Zeleinskiy, ya que se le imputa precisamente una vinculación con el oligarca Igor Kolomoisky, dueño del canal de televisión en el que se emite su programa y que está envuelto en escándalos bancarios. A pesar de todo, está claro que los ucranianos están hartos de la corrupción e incapacidad de los políticos tradicionales para resolver sus problemas y los del país.

Zeleinskiy ha hecho una campaña electoral mediática y festiva pero con muy pocas concreciones, más allá de referencias genéricas a acabar con la corrupción, profundizar en las relaciones a la Unión Europea y volver a la mesa de negociaciones con las milicias prorrusas del Donbás y normalizar las relaciones con Rusia. Pero estas dos últimas premisas pueden resultar muy complicadas, ya que ni los prorrusos ni el Kremlin ven con buenos ojos el acercamiento de Ucrania a la UE.

En cualquier caso, Zeleinskiy no es sino uno más de los ejemplos del hastío de los ciudadanos con los políticos, con su incompetencia, corrupción y despotismo y no es el primer caso al que asistimos en los últimos tiempos en la Europa central y oriental. En Eslovaquia, hace quince días, la primera vuelta de las elecciones presidenciales la ganó con más del 40 % de los votos una abogada ecologista, Zuzana Caputova, con muy escasa experiencia en política y apoyada por una partido minúsculo que fundó hace apenas dos años y todos los observadores están convencidos de que el próximo sábado ganará la segunda vuelta y se convertirá en la nueva presidenta del país, que está hastiado de la corrupción de sus políticos y horrorizado por el asesinato de un periodista, Jan Kuciak, que investigaba los posible vínculos de un empresario y políticos eslovacos con la mafia calabresa.

En cualquier caso, un actor y una abogada ecologista parecen alternativas más sanas que los populismos y criptofascismos de extrema derecha que están creciendo electoralmente en otros países europeos. Esperemos que Zeleinskiy y Caputova tengan éxito y consigan, al menos, frenar la corrupción y el deterioro de la gobernanza de sus países. Tal como están las cosas, serían un buen ejemplo para frenar a la ultraderecha rampante que nos aflige.


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