OPINIÓN

¿Mayor a los 65?

Joana Maria Borrás | Domingo 31 de marzo de 2019

Las proyecciones demográficas llevadas a cabo por la Organización de Naciones Unidas (ONU) sitúan a España en el año 2050 como el país más envejecido del mundo, con un 40% de la población cuya edad superara los 65 años. Las previsiones del Instituto Nacional de Estadística (INE) avalan esa previsión si bien a la baja, con un 30% de población con edad superior a los 65 años siendo a su vez el 30% de ellos octogenarios.

Al margen del reto que supone la gestión de tal realidad a nivel asistencial tanto para el sector público como privado, hay otra realidad paralela protagonizada por los mayores no dependientes y que por tanto pueden todavía disfrutar durante muchos años, con salud, de esta etapa post -jubilación. A este respecto he de decir que no comparto en absoluto la idea de incluir a los mayores a partir de 55 años en los programas de IMSERSO, y por supuesto tampoco la de incluir a las personas mayores de 65 años en las estadísticas como “personas mayores”.

Y aunque ahora mismo cualquier lector de menos 40 años lo pueda poner en duda, la edad en la que uno comienza a envejecer realmente está mucho más allá de la determinada hoy por hoy, en las estadísticas. Una persona debería ser considera mayor a partir de los 70 años, aunque estoy convencida también de que algunos lectores de esta edad no coincidirán conmigo e incluso, estarían dispuestos a trasladar el listón un poco más allá, aunque fuera a costa de posponer el cobro de su exigua pensión de jubilación.

Las “personas mayores” va a condicionar de forma absoluta, en pocos años, todos los ámbitos de gestión público-privada y en especial el del sector turístico. No sólo por la emergente reconversión de hoteles en residencias (porque es preferible vivir en un hotel con piscina que en un asilo), sino también por el incremento del turismo senior y la oportunidad de negocio que ello conlleva desde hace años.

Es muy probable además que de aquí al 2050, cuando la sobreexplotación y masificación de nuestras Islas y nuestro entorno haya convertido en inviable el modelo turístico actual (porque a nadie le interesará ya viajar a unas Islas congestionadas por el tráfico y sin un palmo de costa sin edificar), se reconviertan la mayoría de los hoteles, de forma paulatina, en residencias de ancianos, no tanto por vocación sino por necesidad y, como contrapartida, con un poco de suerte, quizás seamos afortunados y se nos asigne una habitación con vistas al mar.


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