OPINIÓN

Casado y las blockchains

José A. García Bustos | Sábado 02 de marzo de 2019
Pablo Casado ha hecho estos días una disertación sobre los beneficios del uso de la tecnología blockchain (cadena de bloques) en la Administración y su voluntad de implantarla si llega a ser presidente del Gobierno.

Aunque se ha hecho un lío a la hora de explicarlo, y eso le ha supuesto críticas, lo cierto es que esta tecnología que subyace tras las criptomonedas tiene mucho potencial y ha venido para quedarse. Ya está bien que al menos se cite en los mítines. El líder del PP quiere aplicarla a la administración pública, lo cual está lleno de ventajas pero es que, además, se puede aplicar a todos los ámbitos de nuestras vidas. De hecho, esta tecnología lo va a cambiar todo en los próximos años. Hasta Netflix puede desaparecer si no se adapta a ella.

La blockchain se basa en la descentralización, es decir, en compartir información en multitud de ordenadores conectados ¿Qué tipo de información se puede compartir? La que se quiera, no solo transacciones monetarias. Y, cuanto más grandes sean los bloques, más información cabe ahí dentro.

Por eso se dice que la verificación de la información no está centralizada sino descentralizada ya que todos esos usuarios que tienen su ordenador conectado a la red, verificando transacciones, poseen todos los registros y su histórico. La criptografía permite el milagro.

Solo el hecho de pasar de la centralización a la descentralización tiene muchas implicaciones. La primera es que nadie, persona o institución, controla la información y, por tanto, ésta no puede manipularse o falsificarse. Está distribuida por todo. El control es de todos y no es de nadie.

Pero además, el acceso a la información es más rápido, barato y eficiente.

Sobre la cadena de bloques se puede construir una nueva sociedad sin depender de nadie.

Los expertos dicen que la blockchain va a tener un impacto en nuestras vidas similar al que tuvo la aparición de Internet. Ahí es nada.

Hay muchos proyectos construidos sobre esta nueva tecnología. Uno de los que parece más prometedores es el que fusiona, precisamente Internet con la cadena de bloques. Se llama Metanet y ha sido presentado el pasado mes de diciembre por el Dr. Craigh W. Right, autoproclamado como Satoshi Nakamoto, inventor de bitcoin.

Metanet dará mucho de qué hablar, así como su tecnología y la moneda que sustenta todas estas operaciones: Bitcoin SV (BSV), que no es lo mismo que Bitcoin (BTC) a secas, del que todo el mundo habla.

La figura de Satoshi y la evolución de bitcoin se merece, no uno, sino varios artículos.

La descentralización de Internet que supone Metanet permitirá no depender de los costes de almacenamiento o mantenimiento de la información en uno o varios servidores o en la nube sino que además, estará segura y nadie podrá manipularla o destruirla.

Una vez visité el espectacular Centro de Procesamiento de Datos (CPD) en Alcalá de Henares, donde se almacenan los datos de los clientes de Telefónica. La inversión supera los 300 millones de euros y su extensión roza los 25.000 m2. La previsión que tiene el gigante tecnológico es recuperar esa inversión en 25 años. O al menos eso era así antes de la aparición de la blockchain y sus posibilidades, que puede echar al traste esta previsión.

Metanet es un proyecto del que oiremos hablar en los próximos años y de su fundador también. Haya inventado o no el bitcoin y la cadena de bloques, lo cierto es que es una persona que ha venido para cambiar el mundo y está apostando como nadie en su idea de cómo hacerlo.

Pablo Casado no va desencaminado sobre hacia dónde va el futuro (o el presente). Lo que se desprende de su reciente intervención es que los poderes públicos deben apostar por esta tecnología para ser un país pionero y más eficiente en los procesos administrativos. Otra conclusión del discurso de Casado es que los cambios suceden a tal velocidad que requieren que todos estemos formándonos continuamente. Incluso él, si quiere defenderlo con garantías. Entender el presente es afrontar con garantías el futuro y, ¿por qué no?, aprovecharlo en beneficio propio y de tu país.

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