Willem Dafoe encarna al genial pintor Vincent Van Gogh en 'Van Gogh, a las puertas de la eternidad', que llega a las carteleras este viernes 1 de marzo.
La cinta nos lleva a 1886 hasta Arlés. El pintor holandés post-impresionista, Vincent van Gogh huye del bullicio de París y se refugia en un pequeño pueblo de Francia. Allí es tratado amablemente por algunos y brutalmente por otros.
Madame Ginoux (Emmanuelle Seigner), la propietaria del restaurante del pueblo se apiada de su pobreza y le regala un libro de contabilidad, que Vincent llena de dibujos.
Pero sus continuos cambios de humor hacen que varios vecinos le tengan miedo. Su mejor amigo Paul Gaugain (Oscar Isaac) le adora, pero acaba huyendo de su lado debido a la abrumadora personalidad de Vincent, y su hermano y comerciante de arte Theo (Rupert Friend) le apoya incondicionalmente, pero no logra vender ni una sola de las pinturas del artista.
En esta tumultuosa época, Vincent pinta las obras maestras espectaculares que son reconocibles en todo el mundo hoy en día.
¿Puede una película, a su manera cinética y temporal, hablar del intenso remolino emocional y de vida que conlleva la pintura? Esta aparente imposibilidad fue precisamente lo que más atraía a Julian Schnabel cuando creó ‘Van Gogh, a las puertas de la eternidad’. Quería captar eso que a menudo evitan las películas sobre artistas: la visión de Schnabel de los últimos días de Van Gogh es fundamentalmente aquella del artista. Esta historia busca capturar el acto creativo, esa magia visceral y abrasadora que desafía todas las palabras y va más allá del tiempo, desde dentro: la extenuante fisicalidad de la pintura y la intensidad devocional de la vida del artista y, en especial, la forma en que los pintores ven.
El resultado es una experiencia cinematográfica sorprendente y caleidoscópica que se centra tanto en el papel del artista en el mundo (el estar vivo y a la vez aspirar a la eternidad), como en la belleza y el portento que Van Gogh dejó tras él, sin llegar nunca a sospechar la profundidad de su impacto. Comenta Schnabel: "El Van Gogh que se ve en la película surge de mi respuesta personal a sus pinturas, no sólo de lo que se ha escrito sobre él".
Van Gogh se convirtió para Schnabel, Jean-Claude Carrière y Louise Kugelberg, (sus coguionistas y comontajista) y, en última instancia, para el reparto y el equipo, en un prisma con el que mirar la implacable necesidad humana de expresar y de comunicarse. La película se basa en cartas, biografías, y las leyendas que todos hemos escuchado, así como las innumerables perspectivas de la historia. Pero, en el fondo, es una obra de pura imaginación, una oda al espíritu artístico y a la convicción absoluta de que debes dedicar tu vida a ello.
Jean-Claude Carrière: "Es una película sobre un pintor, Van Gogh, pero no intentamos contar su biografía. Es tan conocido que eso sería absurdo. En lugar de eso, soñamos escenas que podrían haber ocurrido y que pudo haber vivido Van Gogh, pero que la Historia no registró. Es un enfoque bastante novedoso".
‘Van Gogh, a las puertas de la eternidad’ comenzó en un museo. Julian Schnabel llevó a su amigo, el renombrado guionista, novelista y actor francés Jean-Claude Carrière, al Museo de Orsay para ver la exposición titulada "Van Gogh / Artaud: El hombre suicidado por la sociedad" (título prestado del libro del dramaturgo francés Antonin Artaud, poeta y visionario). Carrière es en sí una leyenda cinematográfica, conocido por sus 19 años de colaboración en las películas del director de cine Luis Buñuel. En 2014, Carrière recibió un premio honorífico de la Academia de los Óscar por su trabajo como guionista.