Los partidos que forman la mayoría en el Parlament balear han aprobado habilitar el mes de enero como periodo extraordinario de sesiones para poder sacar adelante 14 leyes que actualmente se encuentran en un tramo final del debate. Para el presidente de la cámara, Baltasar Picornell, la decisión se justifica por tratarse de textos "que están muy avanzados" y que podrán estar aprobados "antes de que se disuelva el Parlament el próximo mes de marzo".
Que los parlamentarios trabajen en enero no es malo; les acerca a lo que hace el resto de ciudadanos, por mucho que digan que en los periodos de vacaciones parlamentarias centran su actividad como representantes públicos en otros asuntos. El problema es el embudo legislativo que se ha formado, probablemente, por una mala planificación o un insuficiente entendimiento entre las diferentes fuerzas políticas que forman el Pacte.
Quedan lejos los tiempos de la conga, cuando lo que celebraba el Pacte bailando en la calle era la derogación de leyes. A tres meses de la disolución de la cámara balear entran las prisas para presentar al electorado un balance solvente donde el número y el sentido de las leyes aprobadas tendrán un peso importante. Los diputados del Pacte lo saben y por eso se apresurarán a tramitar todo lo que está pendiente y pueda tener una salida rápida que no conlleve un debate con excesivo conflicto.
Las prisas, en todo caso, pueden suponer que no todo se haga con el sosiego y la serenidad que un debate legislativo requiere. Es difícil que salgan buenas leyes elaboradas con prisas, especialmente cuando cabe la posibilidad de que a partir de mayo sea una mayoría diferente la que tenga que gestionarlas.