OPINIÓN

Dos servicios de salud en apuros

Jaime Orfila | Sábado 08 de diciembre de 2018

Es bien conocido que la buena gestión sanitaria no es una buena baza electoral. Tan conocido como que la mala gestión se comporta como un perfecto trampolín para catapultar un gobierno a la oposición. De hecho, a los ciudadanos les incomoda en grado extremo la inseguridad ciudadana, la incertidumbre económica en la vejez y las dificultades ante una asistencia de calidad y accesible.

En realidad, las estrategias de comunicación oficial pueden disimular durante mucho tiempo derivas asistenciales ineficientes y de bajo perfil. En especial por el compromiso y la implicación de los profesionales en ofrecer un buen servicio a pesar de la limitación de recursos y con una organización deficiente. Sin embargo como no se puede engañar a todos de forma permanente, cuando estos dicen basta, no hay quien los pare.

Donde se ha visto, como pasa en nuestro entorno, que una cita para el médico de atención primaria, en demasiadas ocasiones, supere la semana. O que la solicitud de algunas pruebas de imagen pasen a una “nube” de la que se pierde todo control humano. O como se explica que una conserjería que gestiona 1.400 millones de euros, que gasta en consultoras lo que no está escrito, que desprecia a directivos que no hacen seguidismo partidista, obsesionado en ocupar hasta los cargos asistenciales con gente de su entorno independientemente de su meritocracia, no le haya bastado la legislatura para redactar, aprobar y aplicar su Plan de Salud. El documento que permite orientar las acciones sanitarias a las necesidades del paciente. Los sistemas sanitarios actuales precisan de una estructura amplia, una estrategia vinculada a objetivos bien diseñada y unos directivos comprometidos con las necesidades de sus ciudadanos.

La situación sanitaria se está hecho insostenible en dos comunidades. Dos servicios de salud han perdido los papeles. A nadie se le escapa que el desgobierno más absoluto que se sufre en Catalunya, en la que todo lo que no esté vinculado al “procés” ni es importante, ni ocupa a sus responsables políticos. Todos los profesionales de atención primaria han dicho basta. El acuerdo de salón al que llegaron representantes sindicales y la administración para frenar una huelga que les dañaba ante la opinión pública es una cortina de humo. O se arregla la compleja administración sanitaria catalana, o las listas de espera fuera de control y los recortes acabarán por destruir la poca confianza que genera la deriva radical.

La otra es la andaluza. Hace años que los profesionales andaluces se sienten maltratados. Han empezado a denunciar públicamente a una administración que define la sanidad como la joya de la corona mientras la instalan en la precariedad y la colocan en la cola de la financiación sanitaria de todo el país.

Son dos servicios de salud en apuros y también sus gobiernos.


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