OPINIÓN

Neofascismo, ya somos europeos

Emilio Arteaga | Martes 09 de octubre de 2018

En el contexto del crecimiento en toda Europa, y otras zonas del mundo, de las opciones políticas de extrema derecha, parece que le pudiera haber llegado el turno a España, tras la reunión del domingo en la plaza de toros de las Ventas en Madrid de Vox, que juntó a unos diez mil enfervorizados acólitos, ahítos de ultranacionalismo español y anticatalanismo visceral, pero también de misoginia, homofobia, racismo y xenofobia.

En realidad, es dudoso que hayamos asistido a ninguna novedad. No hay que olvidar que Vox es una excrecencia del PP, fundado por miembros del partido que consideraban que no defendía adecuadamente las esencias de la más rancia españolidad. Siempre se supo que la extrema derecha postfranquista se había integrado en el PP, sobre cuyas políticas ejercía una considerable influencia, dejando para los nostálgicos más recalcitrantes de la falange y otros grupúsculos similares la imagen y la etiqueta de franquistas.

Ahora, en cambio, aprovechando la ola mundial de expansión de las ideas de ultraderecha, parece que han decidido que ha llegado su momento. Puede ser que consigan alguna representación parlamentaria, unos pocos diputados, nada que les permita tener la relevancia política de sus adláteres italianos, húngaros o austríacos, pero sí que tendrán una indudable influencia condicionando los programas de PP y Ciudadanos, que sin duda van a radicalizarse en su ultraespañolismo para no cederles votos.

Uno de los aspectos más llamativos del mensaje de Vox es su radical anticonstitucionalidad. Claman por la liquidación de las autonomías, cuando la constitución establece que la organización del estado español se articula, precisamente, como un estado autonómico. También pretenden ilegalizar los partidos independentistas, cuando el independentismo por sí mismo no es en absoluto anticonstitucional y también atentan contra la independencia judicial, cuando se erigen en jueces y exigen a gritos “Puigedmont a prisión”, toda una condena sin juicio y sin presunción de inocencia. Y todo acompañado, por supuesto, de mensajes homófobos, contra el matrimonio homosexual, misóginos, contra las leyes de protección de la mujer y aislacionistas, contra los tribunales extranjeros que se han opuesto a decisiones de los españoles. De nuevo “Santiago y cierra España” y “que inventen ellos”.

Parece que la aparente anomalía española de ausencia de la extrema derecha política, que no era tal, puesto que estaba subsumida en el PP, ya está siendo subsanada y vamos a tener nuestra propia formación, Vox, cuyos líderes ya podrán ir a los encuentros europeos organizados por los Salvini, Le Pen, Wilders, Gauland, Strache y toda la patulea fascistoide que recorre Europa.

También en eso, ya somos europeos, y no hacía falta.


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