Por fin llega septiembre y el inicio de curso que ha empezado calentito como pocos. Ayer como cada año se celebró la Diada de Catalunya conocida también por el Día de la Marmota y es que año tras año se repite el mismo ritual para saber cuánto más durará el “procés” gracias a la sombra de Ferrusola que al asomarse a la calle nos indica una vez más que esto va para largo. Por un lado los indepes llorando como aquellos “segadors” del 1714 y por otro lado Rivera y Arrimadas pidiendo una diada en castellano y con tintes folklórico-españolistas muy imposibles. Todo muy a lo “Polònia” que visto lo visto se suele quedar muy corta con sus parodias.
También ayer dimitió la ministra de Sanidad que por lo visto también tenía en su haber un máster falsificado y además plagiado de arriba a abajo sin ningún rubor ni atisbo de vergüenza. Lo peor es que dimitió cuando ya se vio acorralada y después de dejar que Pedro Sánchez y sus compañeros socialistas se partieran la cara por ella todo muy cuqui a lo “gauche divine”. Es increíble como nos han saqueado y engañado a los españoles durante tantos años y lo peor es que no sabemos ni la mitad. Pobres alumnos de la Universidad Rey Juan Carlos que ven cómo sus títulos se van devaluando a marchas forzadas por culpa de unos cuantos caraduras. Al menos siempre habrá que agradecerle a la ministra que devolviera la tarjeta sanitaria a todos los inmigrantes residentes en nuestro país y que en su día fuera una de las promotoras de la Ley de Matrimonio Igualitario y de la de Identidad de Género y es que siempre ha sido una gran aliada del colectivo LGTBI.
La que no ha dimitido pero ha decidido irse a su casa es la ex vicepresidenta del Gobierno Soraya Saenz de Santamaría que viendo como el PP va escorándose hacia la derecha más rancia y aznarista ha decidido irse a su casa y abandonar la política. Esperemos a ver cuánto tarda en volver la mano derecha de Rajoy o a ver en qué gran empresa del Ibex 35 acaba poniendo el huevo la que era la mejor candidata a líder del PP. No entiendo tanta prisa por irse en vez de quedarse a esperar como el caso Máster acaba llevándose por delante a su enemigo político Pablo Casado y así postularse como la gran esperanza popular. Cada vez tengo más claro que lo que la llevó a la derrota en el congreso popular fue aquel número bochornoso con el abanico que la hundió en el ridículo y como dice mi amigo Toni Glam parafraseando al argentino Sarmiento “de todo se vuelve menos del ridículo”