Parece ser que la elección de Pablo Casado no ha caído excesivamente bien en el ala izquierda de los grupos políticos. Incluso alguna de esos cerebros que se explayan en el insulto como argumento — no dan más de si — mencionan que representa el regreso a los pasados años treinta. Inaudita conclusión proveniente de un partido que ha configurado un Frente Popular con el bolchevismo de Podemos, el independentismo de ERC, el separatismo de Pdcat o como se llame y el arrebato anarquista de las Mareas, Compromis y demás. Si esto no es volver al 36, si eso no es regresar a los tiempos del asesinato de Calvo Sotelo, algo está fallando en el entendimiento de la historia. Y como pátina de todo ello, los ataques a la religión, el fortalecido renacimiento del adoctrinamiento, el anuncio de Tribunales al estilo de aquel de la «Defensa de la República», el menosprecio a todo lo que ellos no entienden progresista, la forzosa implantación de lo público con arrinconamiento de lo privado, el anuncio de nacionalizaciones de sectores cruciales para la economía, el gasto por el gasto, y, como colofón, el anuncio de la ocupación de la televisión y radio públicas. Todo lo anterior no configura un panorama muy de siglo XXI.
Sin embargo, para los amantes de The Killers todo ello es lógico y normal. Como lo es que usar el término «derecha» como insulto es casi obligatorio, como paso previo a lo de ultra derecha. Naturalmente «ultra izquierda» no resulta pertinente, ya que no se da, según ellos, los progresistas, en este país al cual no les gusta llamar España. En el 80 ser de «derechas» era sinónimo de pertenecer al colectivo de hijos de mala madre, ahora es caer por la roca Tarpeya en el foso del franquismo, fascismo y demás ismos. Lamentable que las ideas, si no surgen de la progresía, están malditas. Y ello, independientemente de que Casado nos hable de libertad de expresión, de libertad de enseñanza, de libertad de mercado, de libertad de sanidad, de mejora de la libertad electoral. Eso duele a los amantes de los Killers, por la sencilla razón de que ellos no desean la libertad como don, sino como señuelo semántico, pura y simplemente, para imponer «su libertad», o sea, poder ir en Falcon a dónde les plazca y les lleve el márquetin político regido por el Iván, bajo la excusa de una supuesta «agenda cultural», como sacada de la manga por una ensoberbecida ministra como la señora Calvo. Salió lo del paseo de la manita del primer Killer y ahora se pretende justificar lo injustificable, que, además, sería causa de la mayor de las batallas mediáticas de haber sido protagonista ya no Rajoy, sino el mismo Casado.
Y es que la vara de medir de alguna prensa se adecua al montante de la publicidad recibida. Ferreras no ha dicho esta boca es mía con lo del Falcon, como tampoco hay resonancia mediática en las concesiones graciosas, pero no gratuitas al mundillo separatista catalán. Concesiones que tienen como respuesta «más caña al mono hasta que hable catalán» por parte de Torra, Puigdemont y demás compañía. Incluida TV3, que no para de malmeter y maldecir contra todo lo español. Difícil establecer un mínimo diálogo desde una postura servil enfrentada a una aposentada en el engreimiento y menosprecio del contrincante. Pero…, todo sigue igual, como el Valle de los Caídos, que, según se dice, ahora ya no molesta a la imagen de España en el mundo. Sánchez, ya conocido con ZPedro es cambiante como veleta en mitad de un cierzo zaragozano.
Lo que ya resulta menos variable es esa integración en el PP. De un lado, siendo localista, el PP balear parece que ha olvidado el poder de Palma en el colectivo, o bien, ese poder ya no existe. Todos los «colocados» surgen de la part forana. Todo un síntoma. Y de otro lado, elevando el ámbito, el simple hecho de que Soraya ya anunciase todo su equipo, incluida la Secretaria General en la persona de la ex ministra Báñez, habla bien a las claras que ella y su grupo, con Arenas a la cabeza, no desean esa integración, sino el pleno mando y zancadillear al ganador. Difícil lo tiene Casado, aunque, sinceramente, no da la impresión de que ceda un ápice en su intención de remozar definitivamente ya no solo el proyecto sino a sus protagonistas. Hechos como el convocar el primer comité ejecutivo en Barcelona, son más que un síntoma. Son una proclamación de la fortaleza de intenciones y deseos de que alberga un hombre decidido a no vender su alma política por un cargo. Está diciendo a quién le quiere escuchar, «estos son principios» y si no os gustan, «no tengo otros». En otras palabras, el PP de Casado jugará con todas las cartas bocarriba, y los ases no se los guardará para sus afines sino para el gobierno ahora, y la oposición después, a la cual, «ni agua, y en el desierto, polvorones». Eso sí, con una sonrisa.