Los socialistas, tras ganar el primer asalto de su combate contra el tiempo -la composición del gobierno sorprendió favorablemente a muchos españoles-, han vuelto rápidamente por donde solían, como por otra parte era de esperar.
Sánchez no esperó ni dos semanas antes de desvelarnos que engañó conscientemente a los ciudadanos y a quienes le dieron apoyo en la moción de censura con la promesa de unas elecciones inmediatas, que iban a celebrarse tan pronto como lo permitiera el escenario político. Para reforzar esta idea, por tres veces su adlátere, Adriana Lastra, dejó claro y cristalino ante los medios que los socialistas no tenían intención alguna de agotar la legislatura.
Esta semana, sin embargo, el presidente del gobierno se desmintió sin empacho alguno y certificó que pretende llegar a 2020, es decir, al tope que le permita la ley. Eso será, claro, si le deja el parlamento.
Comenzar a gobernar mintiendo parece marca de la casa, basta recordar el tratamiento mediático de los medios afines a los socialistas en 2004, tras los atentados del 11M, que dejaron KO al gobierno de un Aznar endiosado y propiciaron la inesperada derrota de Rajoy.
Luego vino la gigantesca trola de los brotes verdes y un sinfín de bobadas propias de Zapatero, hasta la fecha el peor presidente de la última etapa democrática.
Las mentiras de los socialistas no se quedan en el tacticismo electoral, sino que nos están chafando también cualquier esperanza que pudiéramos albergar los ciudadanos de Balears de obtener en esta legislatura un nuevo sistema de finaciación autonómico y el famoso REB, que Armengol siempre contó que con sus correligionarios en la Moncloa sería coser y cantar, y que ya es un secreto a voces que no va a llegar, y menos con una ministra como Montero. A nuestra presidenta le iba de perlas tener a Rajoy en Madrid.
Menos mediático ha sido el certificado de defunción del Pacto Educativo en el Congreso de los Diputados. Sánchez no quiere pactar nada con los partidos de centroderecha, lo que pretende es trasladar la sensación de que con ellos nunca será posible abordar cuestiones como ésta. Y, de rebote, el postureo socialista en esta cuestión está afectando también a Balears, donde el Govern prometió que habría pacto educativo y que de él surgiría una ley ampliamente consensuada con las principales fuerzas políticas, y cada día que pasa todo el sector es más consciente que la única concreción de dicho pacto habrá sido la que han sido capaces de acordar las organizaciones de la sociedad civil del ámbito educativo, algo de extraordinario valor, pero insuficiente.
Que todos los políticos mienten y se corrigen continuamente es algo conocido, pero acumular en este inicio de legislatura tantas mentiras y tan gordas va camino de constituir un récord.