La violencia en el ámbito familiar suele saltar a las portadas de los medios con excesiva asiduidad, sobresaltando a todos aquellos a quienes nos cuesta entender que este tipo de actuaciones puedan producirse entre personas que conviven y, sobre todo, que mantienen vínculos sentimentales.
Este lunes los lectores de mallorcadiario.com conocían la detención de una pareja cuyo hijo de dos meses fue atendido en el PAC de Manacor tras una serie de lesiones identificadas como mordiscos producidos por un adulto. Junto a esta noticia, otra información recogía el alarmante aumento de jóvenes de nuestra comunidad denunciados ante la Policía por sus propios padres después de que estos últimos hubieran sido víctimas de los malos tratos infligidos por sus hijos. Concretamente, 79 denuncias durante 2017 en una estadística creciente a lo largo de los últimos tres años.
Y, para concluir en esta misma línea, el menú informativo recogía la estadística de las mujeres víctimas de violencia de género, cuyo número en Balears se incrementó un 2,5 por ciento el pasado año, según datos del registro central dependiente del Ministerio de Justicia; un registro que sitúa a Balears entre las cuatro comunidades con peores tasas de violencia contra las mujeres de todo el país, con 874 casos de violencia física o psicológica sufridos por mujeres de mano de sus parejas.
Todos estos incidentes y estadísticas suponen una llamada de alarma que obliga a reflexionar sobre el origen de este tipo de violencias, a la vez que apremia a replantear las soluciones que las instituciones pero, sobre todo, la propia sociedad debe poner en marcha.
Es muy preocupante la evolución de las cifras en los últimos años y, muy especialmente, el incremento de este tipo de violencias entre los más jóvenes, lo que no augura nada bueno de cara a la evolución del problema en un futuro inmediato.
Nada debe sobrar, pues, en la prevención de este tipo de conductas, desde campañas de concienciación, el fomento de valores como la igualdad y la defensa de los débiles, o el aumento de las dotaciones policiales y judiciales, además de cualquier otra acción que se pueda realizar. Buscar ayuda ante el menor indicio conocido y denunciar ante quien corresponda cualquier acto violento que se produzca es la parte que le toca a las víctimas y a sus allegados, no contribuyendo a esconder nunca este tipo de actuaciones, por mucho que se produzcan en un entorno familiar.