Ante la nueva escenificación de los asesinos de ETA, la banda terrorista exhibe la falta de arrepentimiento de siempre. Algo que no debiera sorprender. De hecho, lo que debería causar sorpresa es que aún no se haya detenido a esos criminales, a los que les apoyan, y que no se hayan dado las instrucciones oportunas para el esclarecimiento de los casi 400 asesinatos sin resolver. Motivos suficientes para una constante reivindicación ciudadana sino fuera porque parte importante de nuestra sociedad padece una grave crisis de valores y es más manipulable que nunca, llegándose a creer el mensaje de la derrota de ETA.
Mientras se nos bombardea con el llamado fin de la banda criminal, los terroristas retransmiten un comunicado leído por el sanguinario Josu Ternera, sobre quien pesa una orden internacional de búsqueda y captura, para mayor escarnio de nuestra democracia. Su intención es clara: Humillar a la nación.
En breve asistiremos a más cesiones, porque la cómplice izquierda es lo que quiere, y porque otros, como el Gobierno y los que le apoyan, no tienen la menor intención de seguir combatiendo a los peores criminales que ha padecido España.
Los blanqueadores están exultantes. Los amigos de los terroristas y sus marcas políticas también: Tutelan el proceso separatista catalán, lo van extendiendo a otras Comunidades Autónomas, lo inician en Vascongadas, y gobiernan en las instituciones. El proceso de ruptura está más avanzado que nunca. Así las cosas, si no cambia la actual meliflua representación parlamentaria, las concesiones a los etarras seguirán llegando, como afirma el Dr. Antonio Salvá, quien, junto a su esposa, Montse Lezaún, e hijos, son un referente moral para ese pueblo que sigue, que seguimos, exigiendo memoria, verdad, dignidad y justicia. Que nadie se llame a engaño. No son días de esperanza sino de infamia.