El pasado 1 de mayo hemos celebrado un año más el Día del Trabajador y leyendo entre la bibliografía de San Google, encontré unos datos cuanto menos curiosos.
¿Sabían que hasta 1886, año en el que se produjo el suceso de los llamados Mártires de Chicago, un grupo sindicalista anarquista que fueron ejecutados tras la manifestación y las revueltas de 80.000 trabajadores el 1 de mayo, se trabajaban alrededor de 12 a 16 horas al día?.
La magnitud del conflicto se acrecentó por todo el país hasta llegar a producirse 5000 huelgas simultaneas por todo el país con más de 400.000 obreros involucrados en las mismas.
El gobierno y el sector empresarial, atemorizados por una posible revolución anarquista, intentaron paralizar las movilizaciones permitiendo que la policía disparara contra los trabajadores, donde murieron varios trabajadores.
El 21 de junio de 1886 comenzó el juicio contra 31 obreros, como promotores del conflicto, en el cual todos fueron condenados y algunos de ellos ejecutados.
Por eso en gran parte del mundo se celebra el 1 de mayo, como el día donde comenzaron a surgir los primeros derechos de los trabajadores.
Pero la pregunta es, 132 años después, ¿a dónde hemos llevado los derechos de los trabajadores y en qué punto nos encontramos?.
Desde mi punto de vista hemos avanzado muy poco en este sentido y hemos perdido gran fuerza en lo relativo al trabajo en muchos casos, ya que pareciera que hemos pasado a trabajar muchas veces sin ganas y sin motivación alguna.
Pero ¿dónde se encuentra el punto de inflexión para aprender a disfrutar de lo que hacemos?:
¿Hemos pasado de jornada tediosas de 12 a 16 horas donde no nos planteábamos si estaba bien o mal lo que hacíamos, sino que solo se trabajaba porque era lo que tocaba, al otro extremo? .
En un número muy importante de empresas me encuentro con el problema del trabajador desmotivado, sin ganas de trabajar, que no disfrutan con lo que hacen y que sufren cada día por ir a trabajar, pero ¿dónde radica la clave de sentirse bien cada día?.
Como dijo el poeta libanés Khalil Gibren (1883-1931): “Trabajar con amor, es construir una casa con cariño, como si vuestro ser amado fuera a habitar en esa casa” y “Amar a la vida a través del trabajo, es intimar con el más recóndito secreto de la vida”.
Pero entonces, ¿por qué nos cuesta tanto hacerlo?.
La respuesta es una pregunta; pregúntate cada mañana si lo que haces en tu trabajo te ayuda a extraer tus talentos, tus fortalezas, tus cualidades y habilidades.
Si por el contrario esos talentos se esconden o no pueden salir a flote, tu trabajo te frustrará.
Si has de trabajar como “señora de la limpieza” intenta ser la mejor señora de la limpieza, si eres contable, consigue ser el mejor y si eres empresario esmérate por ser el mejor desarrollando tus virtudes.
Solo de esta forma no será tedioso tu trabajo diario y aprenderás poco a poco a ser feliz con lo que haces, porque la felicidad son los pequeños momentos del día a día y si no aprendemos a disfrutar con lo que hacemos, progresivamente iremos disfrutando menos con todo en nuestra vida y en última instancia recuerda que ese trabajo te permitirá disfrutar de tus hobbies y solo depende de ti como quieras llevarlo y recuerda que, “que el dolor es inevitable pero el sufrimiento siempre es opcional” .