Hubo un tiempo, ya más lejano de lo que parece, en que cualquier polémica que rozara al Real Madrid o el Barça, activaba de inmediato el interés informativo respecto al Mallorca, que militaba en primera división, se enfrentaba a ellos y llegó a disputar la Champions. Desgraciadamente ya no es el caso, pero el penalti que causó ayer la derrota del Juventus en el partido de vuelta de su eliminatoria de cuartos de final en el Santiago Bernabéu es una excusa perfecta para abandonar el cansino e insoportable guión de Segunda B al que nos condenó el club decano con la compañía de su eterno rival que un día fuera de Son Canals y haya recalado en la Soledad.
El cine español elevó a la cartelera una película titulada “El penalti más largo del mundo”, pero por diferentes razones este va a ser el que transformó Cristiano Ronaldo después de que Buffon se despidiera de las competiciones continentales ovacionado, pero por la puerta trasera, por culpa de ese máximo castigo que ya ha entrado en la historia.
Lo peor de esta discusión ya inútil no es que los perdedores se decanten por la inexistencia de la falta y que los vencedores insistan en que sí lo fue, sino que nadie, nadie, se ha puesto en la piel del árbitro. Y miren, más allá de la aplicación del reglamento, sobre lo que jamás habrá acuerdo, lo que no se le puede negar a Mr Michael Oliver es su valentía porque para pitar eso en la última acción del partido y aunque fuera a favor del equipo local, hay que echarle bemoles.
Si miles de espectadores presentes y millones que lo han visto por televisión cientos de veces no se ponen de acuerdo respecto a la infracción. ¿es justo exigir al británico que acierte sin posibilidad de error por mucho asistente de área o línea que intenten ayudarle?. Para mi, no.
Que si Lucas le gana la posición al defensa, que Betania toca o toca el balón, que si arrolla o no, que si el otro se tira. Por cierto, si el portero hubiera salido antes nada hubiera pasado, pero esa es otra cuestión. Este no es el debate. Si, hay árbitros corruptos. Menos que políticos desde luego e incluso que futbolistas que se venden. Esta jugada no la aclara ni el famoso VAR, pero el malo de la película siempre es el colegiado. Nosotros, los mensajeros, sabemos bien de lo que estamos hablando.