La vida no entiende de planes. Podemos tratar de organizar al milímetro cada paso que damos; podemos programar nuestro día a día, nuestros hábitos, nuestra rutina; podemos exprimir al máximo
cada segundo y compartir esos pequeños y mágicos momentos que nos ayudan a componer nuestra felicidad junto a quienes dan sentido a todo. Podemos…y debemos hacerlo. Pero lo que nunca podemos permitirnos, por desgracia, es pensar que eso será así para siempre. De pronto, inesperadamente y de forma cruel, la vida nos traiciona, nos da la espalda, nos deja como si nada y sin vuelta atrás. Lo que hace un instante “era”, ahora ya “no es” nunca más. Ocurre cada día, en todo el mundo, y nada puede hacerse al respecto.
Escribo esto en un momento en que todos nos hallamos consternados ante las dos tragedias ocurridas en estos últimos días. Un joven realizador mallorquín falleció el lunes y su compañero de habitación resultó herido grave como consecuencia de una aparente intoxicación en un hotel de Londres y, por otro lado, cuatro jóvenes mallorquinas perdieron la vida en un fatídico accidente de tráfico en Miami. En este último caso, se da la circunstancia de que tres de las cuatro jóvenes, abogadas, fueron alumnas de nuestra Facultad de Derecho, en la Universitat de les Illes Balears.
Cuando algo así sucede, algo dentro de nosotros se desmorona, comenzamos a hacernos preguntas que sabemos no van a encontrar respuesta y no podemos evitar tratar de imaginar lo que están sintiendo en estos momentos unas familias rotas y destrozadas por un insoportable dolor. No hay consuelo ni reparación posibles, no hay esperanza ni una segunda oportunidad. No obstante, desde la que fue y siempre será su Facultad, desde esas aulas en las que tantas horas pasaron, desde esos largos pasillos que recorrieron tantas veces entre risas y divertidos comentarios, con el permiso de familiares y amigos, queremos despedirnos con todo nuestro cariño y mostrar nuestro apoyo a todos ellos.
En la Facultad de Derecho intentamos que cada alumno se sienta especial. Claro que nos equivocamos y por supuesto que no llegamos a todo, pero sobre cualquier otra cosa deseamos que nuestros
estudiantes tengan muy claro que forman parte de un proyecto ilusionante y que pueden confiar en su Facultad. Saben que juntos somos más fuertes y llegaremos mucho más lejos. Aquí adquieren toda una serie de habilidades y competencias que les permiten afrontar sus retos profesionales con plenas garantías de éxito. Y, como no puede ser de otro modo, su éxito, es el éxito de todos. Pero del mismo modo, una tragedia como esta, también nos conmueve a todos. Esta mañana, cuando íbamos avisando, clase por clase, a todos los alumnos, sobre el minuto de silencio que se guardaría en memoria de las compañeras fallecidas, sus caras lo decían todo. Sus miradas, perdidas, parecían no querer aceptar la noticia y sus palabras no dejaban lugar a la duda. Y es que no se puede decir ni escribir nada reconfortante en estos instantes. Por desgracia, solo sabemos que hemos perdido a tres maravillosas compañeras y que nada podemos hacer al respecto.
A título personal, como profesor que fui de Ana, María y Teresa, me gustaría transmitir mis condolencias, un fortísimo abrazo, todo mi cariño y mi apoyo a sus familiares y amigos. Estamos con vosotros; contad con nosotros. Solo espero, de todo corazón, que dondequiera que estén, sigan sonriendo. DEP.