Cuando veo a tantos pensionistas manifestarse en las calles no puedo evitar sentir lástima. Lástima por su precaria situación, por las dificultades que entraña sobrevivir cada mes con una exigua pensión. Y lástima en especial, porque les están utilizando de forma demagógica e inmoral.
Alentar a los pensionistas a salir a la calle para manifestarse contra el Gobierno (sea del color que sea) es un engaño, manipulación y corruptela electoralista. Un gran pacto de Estado en defensa del sistema de pensiones debería pasar por la renuncia a la manipulación de los pensionistas. No tiene vergüenza quien es capaz de utilizar a unos para engañar a otros.
Los hay en las calles que lo saben, saben que ha sido su Sindicato o su partido político, al que están afiliados desde hace años, el que promueve la manifestación, y saben también cuál es el objetivo más inmediato que se persigue: recuperar el Gobierno, el poder en definitiva. Lo de la subida de las pensiones ya se verá después, en el transcurso de la nueva legislatura, o quizás no… quién sabe!
Pero hay pensionistas que jamás han jugado el juego de la demagogia ni la entienden, ni la compartirían en caso de entenderla. Hay pensionistas no afiliados jamás a ningún partido ni sindicato que desde sus butacas, en sus casas, se ilusionan animados con lo que ven, creyendo que por fin, alguien defiende sus intereses.
Por eso es todavía más inmoral el engaño, porque los pensionistas están de vuelta de casi todo y muchos (que no todos), ya han regresado al País de la inocencia que los acuno también de niños. Se lo creen, se creen que si van a votar y si votan a otro, a ese que aparece en las banderas que ondean en esas manifestaciones, sus pensiones van a subir, y ya no tendrán que reprimirse a la hora de ir a comprar al super porque esos, los que si saben como subir las pensiones, van a conseguir por fin lo que no han conseguido en décadas, esta vez si.
Hay que tener la cara muy dura para aparecer ante los medios con críticas y no con soluciones. En el País de las quimeras debería estar prohibido dedicarse a la política, o representar a cualquier asociación, federación, agrupación, sindicato o cualquier engendro similar, para aquellos que sólo saben medrar en su cargo destruyendo y criticando, sin aportar absolutamente nada más que, de vez en cuando, alguna perogrullada. Pero esto sería en el País de las quimeras, aquí, de momento, y por favor, dejen en paz a los pensionistas y no se rían más de ellos que los pobres, ya tienen bastante.