Alejandro Vidal | Sábado 17 de febrero de 2018
Si trata usted de identificar a un club que en su campo no gana ni el entrenamiento de los jueves y, en cambio, es casi imbatible en sus desplazamientos, desista porque solo hay uno: el Alcoyano; si, el de la moral. Un equipo que en una hipotética clasificación en la que se contabilizaran solo sus partidos como local ocuparía posiciones de descenso, mientras que como forastero y en la misma hipótesis sería el segundo y con serias aspiraciones al título. Lastrado por sus malos resultados en El Collao, vaga por media tabla sin aspiraciones de play off, ni peligro de descenso, salvo sorpresas. Visita Son Moix donde puede llamar la atención de los psicólogos antes que la de los aficionados al fútbol. Así son las cosas en esta categoría sin pedigrí.
Decía Vicente Moreno el viernes que tiene recursos variados para suplir la ausencia del castigado, con razón, Alex López. Mal lo tiene el delantero si aspira a vivir del fútbol lo bastante como para garantizar su futuro después del balón. La solución más inmediata, quizás la más justa, es alinear a Cedric, esa eterna promesa que nunca llega a estallar. Pero el reciente fichaje de Ndi abre en efecto otras alternativas por explorar. Tampoco hay mucho más por mucho que lo diga el técnico, porque derivar a Ariday hacia el centro es privarle de los metros que habitualmente necesita para desplegar su juego.
El Atlético Baleares visita a un anfitrión contradictorio. No tanto como el de Alcoy, pero si un Olot que ha cambiado mucho desde que decidió un relevo en su banquillo, si bien los de Son Malferit saben mucho de eso sin resultado equiparable. Pero si, es en los enfrentamientos directos con los de abajo donde los blanquiazules tenga que forjar sus opciones de permanencia. ¡Quién lo hubiera dicho hace tan solo seis meses!.
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