IBIZA

Los escritores y la jubilación

Miquel Pascual Aguiló | Sábado 06 de febrero de 2016

Las asociaciones de escritores y entidades de defensa de los derechos de los creadores de todo España están en pie de guerra desde el pasado día 6 de noviembre, día en el que difundieron un manifiesto contra la Ley reguladora del Factor de Sostenibilidad y del Índice de Revalorización del Sistema de Pensiones de la Seguridad Social, la última reforma de la jubilación que introduce importantes novedades en las prestaciones, que entró en vigor en el mes de diciembre del año 2013, y que, según dichas asociaciones, condena a los creadores mayores de 65 años a elegir entre cobrar la pensión o percibir derechos de autor, y en el que, además, reclamaban el derecho a seguir creando, al tiempo que pedían el cese inmediato de la campaña puesta en marcha por el Ministerio de Ocupación y Seguridad Social que insta a los afectados a escoger entre continuar manteniendo una vida intelectualmente activa o la pensión de jubilación.

Según se lamenta Antonio Gamoneda, poeta y premio Cervantes, “Una legislación absurda, injusta y destructiva de la cultura. Es decir, manda a la jubilación a los escritores, músicos, cineastas y artistas más veteranos. “Es un disparate. Yo tendré que dejar de escribir, porque, con lo que gano con mi escritura, no puedo vivir”, según declaró el poeta. Se han adherido, se sienten afectados, clamado y protestado contra la reforma Antonio Molina Muñoz, Javier Perez Reverté, Caballero Bonald, Eduardo Mendoza y otros muchos otros anónimos

Al parecer, y siempre según argumentan las asociaciones antes aludidas sólo el 10% de los autores pueden vivir de lo que escriben (libros, artículos, conferencias, cursos…), por lo tanto, parece que el 90% viven de la pensión pública que perciben.

La carta que entregaron en el Ministerio, entre otras argumentaciones decía que la medida causaba “un daño de proporciones incalculables al desarrollo intelectual de nuestro país impidiendo que nuestros autores puedan seguir aportando en una etapa de su vida en que el grado de madurez, experiencia y sabiduría puede ser volcado en mejorar una sociedad cada vez más necesitada de peso intelectual. Más allá de las consecuencias que puede suponer esta normativa en el plano personal de cada autor, nos preocupa el daño que se produce al privar a toda una sociedad de las aportaciones que puedan realizar nuestros creadores en una etapa de su vida en la que el grado de madurez, experiencia y sabiduría debería ser cuidado y no rechazado por obsoleto”.

Bel Olid, presidenta de la Associació d’Escriptors Catalans dijo que “Mayoritariamente los escritores perciben pensiones cotizadas con trabajos que no tienen nada que ver con su actividad como escritores. Después de trabajar el doble toda la vida, compaginando el trabajo remunerado con la escritura, cuando tienen tiempo de dedicarse plenamente, se les penaliza.

Me parece indignante y una falta de respeto hacia los creadores que aportan su esfuerzo para beneficio de toda la sociedad”. Como todos los que han podido complementar con un trabajo extra sus emolumentos salariales. La parte que ha soliviantado a los escritores y creadores diversos es la que dice que se podrá compatibilizar la pensión con trabajos por cuenta propia siempre que los rendimientos brutos del mismo no excedan el SMI (salario mínimo interprofesional) en cómputo anual, y que no causaría alta en ningún régimen de la Seguridad Social pero deberá atender a las obligaciones tributarias. Por lo tanto la ley lo que establece es que los escritores (como cualquier otro jubilado) pueden perder temporalmente la pensión si los ingresos por actividades profesionales superan el salario mínimo anual, que en el año 2015 estaba en torno a los 9.080,40 euros y para el 2016 está en 9.172,80 euros.

Dentro de estos ingresos no sólo se cuentan conferencias o charlas, sino todos los derechos de autores, incluso los que corresponden a obras escritas antes de la jubilación, como con cualquier otra profesión u oficio. Igual que sucede con todos los profesionales liberales que hayan cotizado a la Seguridad Social y cobren una pensión de jubilación, arquitectos técnicos, decoradores, abogados, economistas, ingenieros y cualquier otro trabajador por cuenta ajena que una vez alcanzada su edad de jubilación haga por cuenta propia trabajos remunerados.

Esta vez los escritores y demás creadores de este País que han protestado, sólo han mirado por sus únicos y propios intereses, de forma un tanto egoísta, sin atender que es un caso general, que tan jubilado es un pintor como un ingeniero, o un escritor como un albañil y tiene tanto derecho a llegar a final de mes con dignidad el último Premio Nobel como el más humilde de los peones camineros.


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