Alejandro Vidal | Martes 06 de febrero de 2018
La investigación del actual consejero delegado del Cádiz, cuyos poderes han sido revocados, por presuntos delitos de insolvencia punible, blanqueo de capitales y evasión fiscal pone en el disparadero el intrincado mundo del fútbol. Según las acusaciones de la fiscalía se habrían cometido graves irregularidades a través del traspaso de futbolistas entre clubs y El País publicó el sábado el entramado de sociedades de Enrique PIna, antiguo fundador del Ciudad de Murcia que antes de comprar el club de la “tacita de plata” pasó por el Granada, mantuvo relaciones con el Udinese y mantuvo relaciones comerciales con el Mallorca.
Si uno solo agente había montado hasta cinco sociedades diferentes, cada una de ellas destinada a uno o varios fines, imagínense ustedes la cantidad de ellas que se reparten por todo el mundo en función del elevado número de despachos dedicados a la intermediación de jugadores y técnicos. Se sospecha que la irrupción de la Guardia Civil en los negocios de Pina no es una acción aislada, como no lo han sido los casos abiertos a Cristiano Ronaldo y Jorge Mendes, Messi, y otros muchos más o menos conocidos. Por no hablar de la tardía declaración de juicio oral por el presunto amaño del Levante-Zaragoza de hace nada menos que seis años.
Mucho me temo que si en la Agencia Tributaria alguien se pone las pilas el negocio del balón va a provocar más ríos de tinta, ahora más bien textos informáticos, que los que producen a través de su espectáculo. Si esto no ha hecho más que empezar habrá más partidos en los Juzgados que en los estadios.
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