DEPORTES

En capilla

Alejandro Vidal | Viernes 02 de febrero de 2018

Siempre me ha gustado comparar el campeonato de liga de fútbol con un gran premio de motociclismo. Ya he escrito otras veces que el primer tercio de la competición se parece a la jornada de entrenamientos oficiosos de las motos, donde se marcan los tiempos. Ahora está a punto de cerrar el núcleo central del calendario en el que los equipos, igual que los pilotos, luchan por un puesto de privilegio en la parrilla de salida. Faltan dos partidos antes de que se agite la bandera que da comienzo a la prueba definitiva que premia a quienes ocupan los puestos que dan derecho al podium. Del cuarto ya no se acuerda nadie y no hablemos de quienes ni siquiera suman puntos en la general.

Si no surge un contratiempo inesperado, el Mallorca afrontará la recta final desde la primera posición. Su juego no ha entusiasmado a nadie, incluso estaríamos de acuerdo en que, puntualmente, ha gozado de cierta fortuna, pero también es innegable que hasta aquí ha sido superior a sus competidores. Ciertamente las dificultades de las últimas jornadas no son las mismas que las de aquellas que ya han transcurrido, de ahí la importancia del bagaje que ya ha acumulado y que debería permitirle subir al primer peldaño. Luego, en el play off, ya se verá.

En el polo opuesto, el Atlético Baleares. Afrontar la fase definitiva en medio de innumerables dudas y la obligación de adelantar a cuantos competidores se vaya encontrando por delante, le impele a arriesgar más de lo necesario, algo que no encaja demasiado con su filosofía de juego, más dada a la contención en retaguardia a la espera de un contragolpe aeróbico. Con un añadido: ya no depende exclusivamente de sus resultados, sino que depende de los demás.


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