Desde que comencé en el oficio de informador deportivo y si mi memoria o números no me fallan, he visto desfilar por el banquillo del Mallorca a 45 entrenadores en distintas categorías y etapas. Son muchos porque equivalen prácticamente a uno por temporada, media que se mantiene escrupulosamente en lo que llevamos de siglo. Ha habido de todo, como en la viña del señor, unos mejores que otros, pero que me hayan impresionado o, diré más, enseñado algo me quedo únicamente con media docena: José Luis Saso, Juancho Forneris, Antonio Oviedo, Llorenç Serra Ferrer, Héctor Cúper y Luis Aragonés, nombrados por orden de aparición.
Con los primeros albores del presente mes de febrero se ha conmemorado el cuarto aniversario del fallecimiento de este último. Por fortuna aún sobreviven tres y parece que con buena salud y en plena actividad. Aunque el apodo no le venía del fútbol, sino de la farmacia familiar, este último era un verdadero “Sabio” del fútbol. Compartí con él muchas horas de hotel y de avión, sobre todo de un vuelo de regreso de Moscú en el que mi colega y amigo Ricard Cabot disfrutamos de su compañía y las innumerables anécdotas y experiencias que nos contó a lo largo de las cuatro horas en las que fuimos vecinos de asiento.
Pero la que voy a reseñar es mía. El Mallorca había perdido en la Condomina frente al Real Murcia de Toshack, 2-0. Era la segunda etapa del de Hortaleza en el club. El peligro de descenso era inminente, pero la derrota del Celta de Vigo, que provocaba la caída de su técnico, desataba el rumor del fichaje por el club vigués de Radomir Antic o Serra Ferrer. Dio la casualidad de que le tocó sentarse justo detrás de mi en el trayecto de Alicante a Palma y al lado de Mateu Alemany. Entonces se acercó a mi oido advirtiendo: “dile a tu amigo que no vaya al Celta, que en Vigo hace mucho frío, que no vaya, que si va él, lo salva”. Se refería al de Sa Pobla, por supuesto.
Lo que ignoraba el bueno de Luis es que, tras aterrizar, se iba a celebrar una reunión de urgencia en Palma en la que un significado accionista iba a exigir su cese. El hoy director general del Valencia, lo evitó.
¡Ay si algunos levantaran la cabeza!.