Cientos de turistas presenciaron como Cecchini se subía a la fuente y lanzaba dos cubos de pintura roja.
La Policía acordonó el área, mientras detenía al artista que repite un "acto futurista", como definió la anterior vez su intervención artística sobre la fontana más famosa de Roma y probablemente del mundo.
Cecchini llevaba una camiseta con un escrito en latín en el que se leía "Pacta servanda sunt" (Los acuerdos deben ser guardados).
"Hoy Roma necesita reaccionar, despertar de este falso entumecimiento y gritar ¡no puedo más!", destacó el activista en una publicación de su perfil de Facebook. En este sentido vinculó su acción a una denuncia sobre el grado de degradación que padece la ciudad que, a su parecer, "está apagada y adormecida en medio de su propia suciedad y corrupción".
"Diez años después, repito mi actuación para tratar de sacudir los ánimos, acepto el riesgo de alzar la voz por todos aquellos que piensan que 'no sirve para nada'", destaca, para después asegurar que el producto rojo no daña el monumento.