PALMA

Las vecinas de Santa Catalina sacan las sillas a la calle para reivindicar el “seure a la fresca”

Tradición

Cristina Suárez | Jueves 21 de septiembre de 2017
Quién iba a decir que lo que comenzó siendo una noticia simpática ha acabado en pequeña revolución vecinal. En la barriada palmesana de Santa Catalina los vecinos reivindican la tradición de seure a la fresca. Todo comenzó cuando una vecina pidió autorización por escrito para sentarse en la puerta de su casa, una actividad de “ocupación de la vía pública” que molestó a otra vecina. Los vecinos quieren mantener tan sana tradición y en la tarde de este jueves han salido a seure a la fresca davant ca seva.

Los vecinos -más bien, vecinas- salen a la calle con la silla. De la abuela a la nieta, es una costumbre que arraiga en las pequeñas. Inés, Joana y Pepita, catalineras de toda la vida, se sientan juntas a ver pasar la vida ante sus casas y hablar de sus cosas. Emely, de Inglaterra, y Jacky, de Holanda, se suman al grupo. Son las catalineros de adopción y este jueves se suman al seure a la fresca. "Nos gustan, nos caen bien, respetan el barrio y su idiosincrasia... Lo del Tardeo y los problemas de incivismo que conlleva ya es otra historia", explica a mallorcadiario.com Jacinta, vecina y presidenta de la asociación de vecinos del emblemático barrio. "Es verdad que con su llegada los precios se han disparado y muchos se han tenido que ir pero no es menos cierto que ponen un puntito de exquisitez al barrio que agradecemos".

Silla, temperatura agradable, perros -catalineros de pura cepa también- correteando entre las piernas y horas de conversación. "Ésto sí que es un buen chat de whatsapp", bromea Jacinta, una de las pocas del grupo que tiene -o mejor dicho, atiende- el móvil. Las demás, veteranas, ríen cuando se les propone abrirse "un Facebook".

Es un mix de épocas en pocos metros cuadrados. Los integrantes de Arquitectives -coorganizadores de la velada- reparten el "pequeño manifiesto de buenas formas" en el que se comprometen a “colocar alfombras, moquetas o cualquier otro revestimiento sobre la acera”. También a no ensuciar, ni hacer ruido (nada de jaleo ni de cantar). Recalcan que la suya no es una actuación política y que si la Policía Local les ordena en algún momento que retiren las sillas lo harán sin rechistar, a lo que añaden con cierto chascarrillo que “tomándoselo con calma” pues la Ordenanza Municipal les de 24 horas para ello.

Reivindican que el espacio público recupere su valor como “lugar de reunión, relación e intercambio”. A fin de cuentas, como dicen, es una sana costumbre “gratuita y espontánea”. Y que dure.

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