Celebro que el exfiscal Horrach reclame públicamente una legislación que proteja la presunción de inocencia. Ya lo dije hace unas semanas en esta columna: es muy peligroso que se conculque tan a la ligera este Derecho Fundamental como se está haciendo hoy en día. Como señala el también exfiscal Eduardo Torres-Dulce, cuando no hay presunción de inocencia, el estado deviene inquisitorial. Supone un retroceso enorme en la consecución de nuestro Estado de Derecho.
“Piensa mal y acertarás” o “Cuando el río suena agua lleva” es lo que me contesta mucha gente cuando pido que no se emita un veredicto social antes de que un juez dicte pronunciamiento sobre la culpabilidad de una persona. Uno de los paradigmas ejemplificativos vividos recientemente fue la sentencia del caso Noos. Éramos muchos los juristas que considerábamos que la petición de diecinueve años de cárcel realizada por el propio Horrach en su acusación contra Iñaki Urdangarín era una ‘boutade’, pero otros muchos manifestaban incluso saberles a poco por “todo lo que había robado”. Claro, luego nos encontramos con una trabajadísima sentencia por parte de la magistrada Samantha Romero y salieron a relucir las ansias carroñeras (y alimentadas) de la sociedad, criticándola por favorecer al cuñado del Rey.
El compañero Horrach tira especialmente hacia los medios de comunicación, y, si bien es cierto que éstos se erigen en los portavoces de la actualidad judicial (y que siempre vende más un titular sensacionalista que uno magnánimo), no es menos cierto que siempre hay alguien que se encarga de transmitir la información a los periodistas. Pedro Horrach -el mismo de las entrevistas en Vanity Fair- ahora ya no ve los toros desde la barrera, está en el ruedo. Podría preguntarse cuántas veces contribuyó él a alimentar la presunción de culpabilidad al informar de sus pesquisas a periodistas que le tenían por fuente y que luego publicaban las informaciones tal dogma divino.
Todos, desde el papel que la sociedad nos ofrece, tenemos nuestro grado de responsabilidad en la vulneración de la presunción de inocencia: desde aquel internauta que lanza informaciones poco veraces o contrastadas, pasando por aquella diputada autonómica que no quiere levantarse en un minuto de silencio, hasta el vecino del pueblo que hace algún comentario en el café. Ojo, a todos nos puede tocar estar en la otra parte.
Hace unos meses me sorprendió el vídeo que subieron a Youtube el dúo Los Morancos en el que se parodiaba el juicio del caso Noos. Que una persona como es Jorge Cadaval, encausado y absuelto en el caso Arny, quisiera hacer chiste de los casos mediáticos, me demostró que muy muy mal andamos.