OPINIÓN

¿Cuánto va a durar Macron?

Miquel Pascual Aguiló | Sábado 13 de mayo de 2017

En mis dos artículos anteriores sobre el mismo tema, escritos antes de la segunda vuelta de las elecciones francesas a Presidente, comparaba a la Linea Maginot construida después de la primera guerra mundial para contener al fascismo, en lo que fracasó con rotundidad, con estas elecciones y que en el presente ha vuelto a fracasar.

Los analistas ultraliberales no paran de insistir en el vuelco del panorama político francés, hablando sobre todo del desplome de los partidos tradicionales, cuando lo cierto es que Macron y su declarada vocación europeísta no supone en absoluto, como dicen los analistas, una nueva oportunidad para parar el declive de la Unión y es falso que después de esta victoria el proyecto europeo y los partidarios de las sociedades abiertas hayan salido reforzados, más bien todo lo contrario.

En cuanto a las propuestas políticas de Macron, (cuyo equipo de campaña estaba compuesto por dirigentes de multinacionales francesas) que es un cachorro de las finanzas y las élites políticas tradicionales, que es un representante neto del poder económico y empresarial francés y de las políticas neoliberales, nada diferente a la línea neoliberal dominante: aboga por más flexibilidad laboral, aumentar la jornada de trabajo, no excluye retrasar la edad de jubilación y, como la mayoría de candidatos de derecha, propone una revisión del Código de Trabajo (reforma laboral), con esas propuestas era comprensible que muchos obreros pensasen que no tenían nada que perder con Marine Le Pen.

La victoria de Macron es otra batalla ganada más de los poderosos del sistema vendida como regeneración y renovación, con un bagaje absolutamente contrario a lo que necesitan los ciudadanos franceses para creer en esta Europa de los capitales que de la mano de Macron en combinación con la canciller alemana Angela Merkel, va a seguir implementando políticas de austeridad, escudándose en que no tendrá mayoría parlamentaria para hacer otra cosa, lo que alimentará el auge de la extrema derecha representada por Marine Le Pen.

No podemos olvidar que en sus dos años en el Elíseo, fue el encargado de mantener el nexo del presidente (al que le diseñó la política económica) con los grandes patrones, fue el que diseñó la controvertida política económica del presidente François Hollande hasta junio de 2014, que no tuvo nada de socialista provocando la impopularidad de Hollande por abandonar todas sus promesas progresistas y que cuando observó el hundimiento del presidente, le abandonó como ministro y creó un movimiento político.

Macron afrontará gravísimas dificultades para gobernar, con la real perspectiva de no contar con una mayoría parlamentaria, con una oposición encardinada por un partido de extrema derecha, y haciendo un estudio serio del resultado de esta segunda vuelta, no se explica que los europeístas malgré tout, hayan echado las campanas al vuelo diciendo que la victoria de Macrón es un soplo de aire fresco para Europa.

Hemos de tener en cuenta que Marine Le Pen consiguió 10,5 millones de votos, (frente a los 5,5 de su padre en 2002), o sea el doble en 15 años, a pesar de que todos los defensores de los principios republicanos se unieron en contra suya; que el FN recibió uno de cada tres votos de los votantes; que un 24,6% de los ciudadanos con derecho a voto no consideró al FN un peligro como para inducirles a votar (la abstención más alta desde 1969); y otro 8,7% votó blanco o nulo (otro récord en la V República). Además, no hay que olvidar que en la primera vuelta, la mitad del electorado eligió una papeleta antisistema: 21,3% para Le Pen; 19,5% para Mélenchon; 4,7% para el nacionalista euroescéptico Dupont-Aignan.

A lo que hay que añadir que Marine Le Pen es la candidata favorita de los jóvenes, de los obreros y de los parados franceses, que un tercio de los jóvenes ha confiado en Le Pen debido al paro o la larga espera para lograr un salario decente, lo que sigue sorprendiendo a los autoproclamados guardianes del sistema que han preferido hacer el avestruz durante los últimos años a tomar decisiones drásticas a favor de los más desfavorecidos.

Macron es más de lo mismo, y su éxito se ha debido más a las circunstancias que a sus propios méritos. Una serie de acontecimientos imprevistos fueron eliminando a sus principales rivales potenciales. Los candidatos socialistas y conservadores estaban hundidos por la corrupción.

¿Qué adversarios le quedaban a Macron? Esencialmente dos: Marine Le Pen y Jean-Luc Mélenchon. Ninguno de estos dos candidatos podían ser aceptados ni por el poder financiero, ni por el poder empresarial, ni por el poder mediático.

Por eso todo el formidable peso de los poderes fácticos se puso al servicio de Emmanuel Macron y los medios de comunicación dominantes, que en Francia están en manos de un puñado de oligarcas multimillonarios, se lanzaron a una frenética campaña en favor del líder de En Marche!, aportándole además un soporte financiero considerable, lo que le llevó en volandas hasta el Palacio del Elíseo, residencia del Presidente de la República francesa.

¡Veremos por cuanto tiempo y para qué va a servir!.


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