Alejandro Vidal | Domingo 07 de mayo de 2017
Decía Ovidio que el peso deviene en ligero cuando se lleva bien. Y mucha es la presión que soportan tanto el Mallorca como el Atlético Baleares en busca de objetivos diferentes: barralets para no bajar y ferrerets para entrar en el play off de ascenso. Ambos, pese a sus buenos resultados de la jornada, lo tienen difícil porque no dependen de si mismos; tienen que ganar y esperar a ver cómo terminan los partidos de los demás, pero de lo que parecía, incluso era, imposible se ha pasado a lo difícil, un estado desapacible pero no terminal.
La ecuación es más sencilla en el caso de los blanquiazules: ganar o ganar nada menos que al Alcoyano, segundo clasificado, en Son Malferit y aguardar el pinchazo del Badalona al que un empate en el Ciudad de Valencia frente al filial del Levante, solo un punto por encima del descenso, le basta.
Más complicadas son las combinaciones que condenan o salvan a los de Sergi Barjuan, que entran en liza con Alcorcón, Gimnastic, Elche, Córdoba y Almería, al que tienen que recibir en Son Moix en otra confrontación a vida o muerte. Seis equipos de los que la mitad tendrán que acompañar al Mirandés en su regreso a Segunda B. Los golaverages directos están igualados y es más que probable que haya que recurrir a los partidos de unos con otros para determinar el estado de una clasificación parcial entre todos ellos y en la que al día de hoy el Mallorca suma 12 de 30 puntos posibles.
Ahora no es el momento de recordar cómo y por culpa de quién se ha llegado a esta situación. Las matemáticas son más benévolas con el pronóstico que el juego desarrollado por el equipo, que estuvo a treinta segundos del desahucio. Y mientras haya vida, que no decaiga la esperanza.
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