OPINIÓN

El Líder Supremo

Francisco Gilet | Miércoles 03 de mayo de 2017
Los europeos occidentales recordaban el invierno de 1939-40 como el de la “drôle de guerre”, es decir, el de la “guerra ilusoria”. Para nosotros esta semana pasada ha sido como la de “la moción ilusoria”. El llamado Líder Supremo, mandando sms y wasapps unos minutos antes, anunció, como siempre en manada y con la palabra pontifical y el gesto giboso, la presentación de una moción de censura, no para elevar a un candidato a la presidencia del gobierno, sino para “echar” al actual presidente, sin más. Único objetivo definido, destronar; más allá, la nada. El Líder Supremo vive para la portada, para el titular, para el oropel mediático, amén del cambio constante de favorita del harén. El macho alfa no para ni en un sentido ni en otro. Le echa el resto en todo y a todo. Para él no hay líneas rojas a la hora de proponer alcanzar un cielo dibujado en algún rincón de su mente. Los medios, los instrumentos surgen a medida de las necesidades; hace dos días hablaba de “gente”, ahora, como si el término se hubiese agotado de tanto uso, ha sacado de su chistera el término “patria”. Como si ambos conceptos fuesen sinónimos; cuando “gente” era la masa educar, ahora el concepto “patria” surge para remarcar, fatuamente, el “postureo” tanteando un recubrimiento del pastoreo de toda esa antes “gente” por parte del Líder Supremo. Y es que “gente” o “patria” son simples palabras para uso, sin sentido alguno, que cuando llega el momento de tenerlas presente, como este Dos de Mayo, se apartan del camino y se amoldan a sus estrategias.

Como buen Líder Supremo, no deja que nadie le tosa. Y quién lo hace, sufre las consecuencias al más puro estilo bolchevique. Ejemplos los hay a montones, desde su Trotsky particular, Errejón, pasando por Tania que también sufrió purga al más puro estilo del Oncle Joe soviético, o la Seijas, o la Huertas, y en estos días, el conseller vago, según dicen, llámese Gálvez llámese Fernández. El Líder Supremo no tiene contemplación alguna pues sabe que el enemigo no está nunca fuera de su perímetro sino dentro. Lo de afuera es simple morralla que con dos telediarios se vence. En cambio aquél que pide democracia interna o que se queja de que algo ha cambiado, que cada vez más Podemos y su cúpula se asemejan a la “casta” denostada tiempo atrás, ese infeliz y confiado “podemita” debe pasar por la personal Lubianka y sufrir las consecuencias de su “defección”.

Sin embargo, el Líder Supremo no da puntada sin hilo. Sabe que su postureo está condenado al fracaso como moción, pero también es consciente que se convierte en una arma arrojadiza contra su verdadero adversario socialista, Susana Díaz, y por igual en un balón de oxigeno para el contrincante de la sultana andaluza, Pedro Sánchez. Todo es una gran farsa amalgamada en el marco de una democracia que sí le consiente ir en búsqueda de una “revolución” que le permita alcanzar el poder al más puro estilo bolchevique. El Líder Supremo y su cohorte pueden criticar todo cuanto les venga en gana, mas no admiten ni una ironía ni una crítica, venga de fuera, venga de dentro. Aunque las dos estén tamizadas de democracia o de libertad de expresión, ambas merecen la misma respuesta; la purga y el ostracismo político, sea reduciendo sueldos, sea desbancándolos de su particular escaño. O apartándolas del tálamo del Líder Supremo, que también se da. Es claro, pues, que si para los ciudadanos occidentales el invierno del 39 – 40 fue ilusorio, para los habitantes del Este europeo no lo fue en absoluto. Simili modo los socialistas del “este”, la sultana oriental y el gudari vasco, tienen en sus manos una bomba de relojería que puede explotarles en caso de que la militancia de Sánchez asuma como efectiva, no ilusoria, esa moción de confianza lanzada al aire acompañada de un solitario “alea jacta est” cesáreo. Los próximos días nos sacarán de la incertidumbre.

Cuando se contempla desde la distancia todo ese devenir de intenciones, de acontecimientos, de sinrazones, de intrigas, cabe preguntarse cómo es posible que millones de españoles hayan votado a ese personaje retorcido, intelectualmente hueco, estéticamente impresentable, necesitado de repaso odontológico y repleto de teatralidad histriónica. Si éste es el Líder Supremo que desean sus votantes, mal andamos y peor terminaremos. Maduro a su lado será un Gerald Ford imberbe.

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