Los años de democracia que llevamos vividos nos han servido para conocer a una pareja inseparable: Separatismo y corrupción. Relación estrecha en Cataluña y Baleares.
Reconozco que es muy grave que haya políticos que utilicen el dinero público para llenarse los bolsillos o financiar a sus partidos; pero tanto o más grave es el hecho de que haya políticos que desvíen dinero del contribuyente para financiar desafíos separatistas al Estado de Derecho o tejer redes clientelares al servicio del pancatalanismo.
Vemos que los separatistas de Baleares, con MÉS al frente, siguen los pasos de sus maestros catalanes y prefieren que se hable del “prusés”, del maltrato de “Madrit” a “les Illes”, o de la siempre recurrida financiación (con amplificación de datos falseados, por supuesto), que de sus corruptelas. Incluso ya escuchamos y leemos en algunas tribunas que se trata de un persecución política del “Estat”, o de un ataque a Mallorca. ¿Se acuerdan? Una tal Munar decía lo mismo antes de acabar su partido, Unió Mallorquina (ahora reconvertido en “el PI”), disuelto por corrupción y sus dirigentes condenados. Ella, a su vez, argumentaba igual que el clan Pujolone cuando afirmaban, sin rubor, que eran víctimas de ataques a “Catalunya”.
Estas excusas de los “pancas” no están evitando las investigaciones por las irregulares contrataciones de MÉS en lo que puede ser una red corrupta tejida por el pancatalanismo, ahora que por fin la Fiscalía Anticorrupción ha decidido mirar a la izquierda. Hay que reconocer lo precoces que son los chicos de Biel Barceló. Con el poco poder que han tocado y ya tan investigados.
Los demócratas debemos tener claro que ante la corrupción y los ilegales desafíos separatistas no cabe diálogo alguno. Sólo cabe hacer cumplir la ley.