La novena no es el rezo a invocar para pedir el milagro de la permanencia del Mallorca en Segunda, sino el número ordinal de la cuenta atrás para llegar a la última jornada de liga que, en otras circunstancias, agradeceríamos que se acelerara. Pero no es el caso, ni por el pobre espectáculo, resultados aparte, que ofrece el equipo, ni por un desenlace que se teme trágico.
La Romareda ya no es aquel escenario donde sacar un punto fuera tarea titánica. El Real Zaragoza también quema a su tercer entrenador de la temporada y no las tiene todas consigo. Es uno de los locales que más goles ha encajado, compensando su debilidad defensiva con un registro goleador más normal, aunque tampoco de los más destacados de la categoría. Que Javi Ros, bien conocido durante su etapa mallorquinista, sea su referencia en el centro del campo, dice poco en favor de un equipo en el que, desde mi humilde punto de vista, la diferencia la marcan Angel, un peligro arriba, y Lanzarote. Pero los maños tienen sendos agujeros en las bandas que sin duda pueden y deben explotarse.
Ironías de la vida que, después de ser defenestrados durante meses y objeto de transferencia en el mes de enero, ahora haya que tirar de Salomao y Oscar Díaz para salvar los muebles. Sergi Barjuan ha decidido reivindicar sus respectivos roles en detrimento de Moutinho y Juan Domínguez que ni siquiera viajan. Cada maestrillo con su librillo, pero son demasiados manuales que aprender en un curso señalado por las constantes contradicciones de los respectivos maestros. Menos significativa, aunque igual de sorprendente la presencia de Pleguezuelo en la lista, otra de las fallidas apuestas de Maheta Molango e igualmente ignorado en la mayor parte del campeonato. Todo indica que es la primera convocatoria personal del ex jugador del Barça. Veremos si le servirá de base o aún rizará más el rizo.