Otra vez tibia, muy tibia, la reacción de la Federació de Penyes del Mallorca al solicitar la dimisión de Maheta Molango, Javier Recio e Iván Campo. En primer lugar porque no les harán el menor caso, después porque aquellos que pidan audiencia ante el consejero delegado serán camelados como hasta ahora con explicaciones políticamente correctas, aunque vacías de contenido y, finalmente, porque soslayar otro tipo de protestas más eficaces y contundentes equivale a que les sigan utilizando para que otros sigan cobrando sus sueldos, nada baratos por cierto.
Ya es muy tarde para que los penyistes se suban los pantalones y los dirigentes, tanto los actuales como sus predecesores, lo saben. No olvidemos que la Federación ahora regida por Rosa Planas, digna hija de su señor padre Toni “Tacha” Planas, y antes por Mesquida, Capllonch y otros, tuvieron a un representante en el consejo de administración que presidía Utz Claassen, Pep Roig, y fue complice necesario de las actuaciones del alemán, Gabriel Cerdá y Pedro Terrasa que ya vemos cómo y dónde han desembocado. Mateu Alemany les ignoró, Jaume Cladera les dio todo lo que pidieron y sus sucesores sencillamente les utilizan. Han intentado enfrentarles al vestuario, les han pintado a los jugadores como demonios mercenarios y nunca han puesto cristal transparente en el escaparate, sino esmerilado u opaco.
¿Pañolada?, si; por supuesto. ¿O no es una afrenta sentarse en palco de los estadios que se visitan y ausentarse del propio bajo la excusa de no caer en un comportamiento indecoroso?. ¿No será para no sufrir la vergüenza de las broncas que otros tuvieron que aguantar?.
Una vez más, la Federación esconde la cabeza como los avestruces y abona el terreno para la supervivencia del cáncer. Un viaje breve para conocer cómo se las gastan los penyistes del Espanyol, el Valencia o el Levante, les vendría muy bien para entender de una vez por todas su papel, No esperen, eso si, que Molango les pague el billete.