“Excusatio non petita, acusatio manifiesta”, un lema que los dueños chinos del Valencia no conocen pues de lo contrario no habrían emitido un comunicado en el que, sin mediar pregunta alguna, recalcan que el presidente de la LFP no ha tenido nada que ver en el proceso de búsqueda de un director general entre cuyos candidatos se encuentra, Mateu Alemany; por lo tanto, apuesten a lo contrario.
Los franceses acuñaron otra máxima, “cherchez la femme”, para hallar la solución a cualquier misterio o investigación relacionada con sucesos del hombre. No es el caso. Detrás del ex presidente y accionista del Mallorca siempre está Javier Tebas, a quien otro ex, Pedro Terrasa, pagó una sustanciosa factura para “observar jugadores en Argentina” antes de venderle sus acciones posterior y milagrosamente rebotadas en Utz Claassen.
Como en el título de la película de Barbra Streisand y Jeff Bridges, el abogado andritxol “tiene dos caras”. La primera, brillante, como director general bajo un consejo de administración presidido por Antonio Asensio Pizarro, el propietario que le ordenó, no cambiemos la historia, fichar a Héctor Cúper, no renovar a Fernando Vázquez y aceptar la cesión de Samuel Etoo en lugar de la de Ogjenjovic. Al césar lo que es del césar. El Mallorca jugó en Europa, si, aunque sin olvidar que lo hizo a un precio que, fallecido el empresario de referencia, no se podía pagar ni asumir.
La segunda etapa fue todo lo contrario. Perdido el respaldo económico que a duras penas se había mantenido hasta la quiebra del Grup Drac, se equivocó gravemente al poner el club en manos de Javier Martí y, recobrado el control a las malas, desembocó en una declaración de insolvencia y el concurso de acreedores que sigue en vigor, no sin haber recuperado en los Tribunales lo que el joven madrileño de familia de juristas había extraído de las arcas bermellonas, según reza sentencia firme.
De aquellos polvos de ayer proceden los lodos de hoy.