Alejandro Vidal | Sábado 04 de marzo de 2017
Cuando se afirma que el UCAM Murcia es, como local, el peor equipo de segunda división no se hace ninguna discriminación parcial entre su primera vuelta con José María Salmerón en el banquillo y los nueve partidos que lleva Francisco al frente del grupo.
Y se debería distinguir porque de lo contrario es una verdad a medias.
Hasta la décimo octava jornada había sumado el 33% de los puntos disputados, un porcentaje claro de descenso, sin embargo con el cambio de entrenador ha elevado el porcentaje al 50%.
No se puede menospreciar a un rival que no sólo ganó en Son Moix en su peor versión, sino que figura por encima en la clasificación con tres puntos de ventaja que, en caso de victoria, serían seis más el golaverage.
De ahí que cuando Molango dice que perder no supondría el fin del mundo, en un intento de quitar presión a los jugadores y el entorno, tendría que añadir que el juicio final estaría cerca. ¡Menuda salida! la de Maheta después de pasarse desde el inicio de curso colocando a los futbolistas en su particular punto de mira.
Uno de sus fichajes de invierno, Saúl García, ya no va ni convocado. El competidor de Oriol ha sido desbancado a las primeras de cambio. No faltó quien, junto a Angeliño y Zdjelar, le nombró obispo sin haber pasado por el noviciado, ni siquiera por el seminario.
Si el Papa santificara con tanta facilidad, no cabría un alfiler en el Cielo. Así que Olaizola ha pasado de una lista con seis laterales a llevarse sólo la mitad, el paso que va de la incoherencia a la lógica o, quién sabe, si de la improvisación a la cordura.
De los últimos nueve encuentros, los de la Universidad Católica de Murcia sólo han perdido dos. Curiosamente ambos en casa, uno ante el líder y otro contra el Valladolid. Su victoria la semana pasada en Almería ha elevado su moral en contraposición a la dolorosa derrota del Mallorca. Un detalle que tampoco cabe desdeñar.
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