Estamos poco acostumbrados, pero la presión social ha acabado venciendo el pulso a los promotores del mastodóntico proyecto de ampliación del Club Marítimo Molinar de Llevant. Carpetazo al proyecto, victoria de los vecinos de esta tradicional y tranquila zona marítima palmesana, y patata caliente para la Autoritat Portuària.
Lo cierto es que sólo los promotores y el Ministerio de Fomento veían como opción seria de futuro el proyecto de ampliación del Club Marítimo. Ni en su día el Ajuntament de Mateu Isern ni ahora el de Hila-Noguera apoyaban la ampliación.
Cuentan además que, para doblegar posturas, medió alguna que otra amenaza en un despacho de la Autoritat Portuària. El caso es que Joan Gual tiene ahora el balón en su área, aunque no es un balón del todo desagradable al gusto.
Autoritat Portuària ha recibido ya la notificación del abandono del proyecto de ampliación. Rafael Vallespir abandona el proyecto y se somete desde este momento a lo que diga la Autoritat Portuària para conseguir una prórroga de la concensión, que está cerca de vencer. Gual gana y decide. Y no sólo eso. Si se lo propone, incluso se puede ahorrar un dinero. No hay que olvidar que Joan Gual de Torrella -contrario claramente a la ampliación- ya había movido las primeras fichas para quedarse con el puerto y acometer desde Autoritat Portuària la remodelación y mejora de las instalaciones sin consumir un milímetro más de territorio. VCon el nuevo escenario, viento de cola.
Volviendo al principio. La contestación social gana a los intereses empresariales. No estamos acostumbrados. 3 años de permanente protesta, de forma pacífica, dirigiéndose a las conciencias, han obtenido su resultado. El empresario se había quedado solo y no le quedaba otra opción que tirar la toalla.
No hay que olvidar el impacto ambiental de los clubs náuticos y los espigones en las corrientes marinas y en las consecuencias de los temporales. Mallorca también ha crecido a base del PIB añadido de los clubs náuticos, y eso se asume y se celebra. Pero con los años hemos ido comprobando que, a cada nueva o mayor instalación, la arena y el agua cambian sus movimientos, y tardamos años en detectarlo.