Este es el síndrome de muchísimos políticos de todas las tendencias, el pensar que cuando llegan al poder, pueden hacer casi todo lo que les viene en gana, que los ciudadanos al darles su “confianza” les han dado el beneplacito en todo lo que quieran hacer.
Lo último en este apartado de “lo hago porque puedo” es la campaña de nuestro Consell de Mallorca con respecto a la fiesta de San Valentin, la cual está claro que hasta ahora nadie veíamos su oscuro significado, la malévola trampa en la que nos sumergíamos cuando regalamos a nuestras parejas bombones, flores o salimos a cenar. ¡Pero qué es esto! glorificar una fiesta yanqui, en la cual no se especifica claramente todos los cánones morales de nuestros gobernantes.
Lo normal es que cuando uno lee cosas de las que hacen los políticos que gobiernan, leamos logros en cuanto nuevas infraestructuras realizadas, nuevos proyectos para la ciudad, resuelvan problemas, pero lo que nadie se espera es que creen problemas y enfrentamientos dónde no los hay.
SOMOS ADULTOS, no necesitamos a papá Estado para que nos diga que fiesta es buena y cuál no, a quién, cómo y dónde tenemos que amar o no. El adoctrinamiento está en las antípodas de la democracia. Que en esta fiesta como en todas se puede colar un borracho, un degenerado, un tonto y la pueda deslucir, eso es inevitable, pero de hay a cargársela porque no es su modelo de “convivencia” hay un trecho.
No les hemos escogido para esto y mucho menos para que gasten ni un solo céntimo en estas cosas. Respeto profundamente sus creencias y sus costumbres, las respeto tanto que no se me ocurrirá criticarlas, lo único que les pido es que hagan lo mismo con los demas, a eso algunos le llamamos tolerancia. Porque creánme, si tenemos que demonizar algo en lo que está metido un grupo de personas siempre encontraremos algún argumento.
Y por último mi reiterada llamada a todos los que ostentan algún cargo público, recuerden que gobiernan para todos no sólo para los suyos. Pues eso.