DEPORTES

La ignorancia vive arriba

Alejandro Vidal | Viernes 03 de febrero de 2017
Como bien recuerda, Olaizola ha sido cocinero antes que fraile y por lo tanto conoce perfectamente que el castigo aplicado a Oscar Díaz, Salomao y Oriol por no querer abandonar el Mallorca en este mercado de invierno, tampoco habrá caído demasiado bien entre el resto de sus compañeros conscientes de que cualquiera de ellos podría estar en su lugar. Debe andarse con tiento el técnico por si en las diecinueve jornadas que restan para que termine el campeonato, lesiones y sanciones no le obligan a tirar de alguno de ellos porque, sin faltar a su profesionalidad, los futbolistas son como los árbitros que pueden influir sin que se les note.

A lo largo de mis cincuenta años de carrera profesional he podido distinguir a los más grandes deportistas y/o artistas, médicos, abogados o, en definitiva personas, por su humildad, una virtud irreconocible en los “mindundis”, ignorantes, mediocres o incultos. La prepotencia viaja inexorablemente a lomos del inútil, sea en la esfera que sea, así que reconocer al incapaz es una habilidad muy sencilla de desarrollar. A partir de esta hipótesis que cada lector o aficionado coloque los nombres que quiera en la casilla que les corresponda. Es tan fácil que nadie necesitará ayuda.

Por eso el futuro del club se erige en una más que inquietante incógnita. No hay éxito sin sacrificio por mucho talento que uno crea poseer en sus venas y eso también se trabaja. Esfuerzo y conocimientos son amigos íntimos y no subsisten por separado. Y aquí también pueden escribir nombres y apellidos. Quiero pensar que la lista de diecinueve futbolistas que viajan a Oviedo este fin de semana la ha confeccionado el entrenador en solitario, aunque tampoco pondría la mano en el fuego. Si alguien se pregunta por qué el Mallorca ha despreciado a determinados jugadores –el Málaga de primera división coquetea incluso con Joselu, actualmente en el Lugo-, o la causa por la que aquí han desfilado sin pena ni gloria decenas de peloteros con sus correspondientes preparadores, piensen que nada es fortuito. El problema no ha estado nunca abajo, sino arriba.

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