OPINIÓN

Chueca era genial

Chema Ferrer | Miércoles 11 de enero de 2017
Ahora hace dos años que la gran diva de las varietés y del peluquismo patrio Kika Lorace estrenó en Youtube "Chueca es genial", su gran éxito hasta el momento y que supuso un empujón al barrio LGTBI por excelencia que lleva años sin acabar de levantar cabeza como tantos otros barrios rosas españoles.

Recuerdo cuando llegué a Madrid en 1997 y pisé Chueca por primera vez. Para un gay mallorquín que lo más mariquita que había vivido era ver actuar a la "Fea Mala" en un Blackcat siempre decadente de repente descubrir un mundo nuevo y muy gay era algo maravilloso, debió de ser algo parecido a lo que sintieron aquellos hombres yanquis que huían del medio Oeste al llegar a San Francisco y descubrir que existía Oz, que no era sólo fantasía y que los sueños podían llegar a cumplirse.

Chueca me acogió desde el primer momento con los brazos abiertos, entre otras extremidades. Lo primero que hice fue ir al Cogam que es como Ben Amics pero en versión capitalina y que vivía un momento dorado. Empecé grandes noches en el bar Nike comiendo patatas bravas y bebiendo minis, las noches continuabanen el Gris ingeriendo chupitos imposibles y continuaba en el Why Not para acabar (o no) en el Polana que durante muchos años fue el templo del petardeo madrileño y en el que si no acababas bailando en el escenario no eras nadie y en el que siempre encontrabas algún famosete cancaneando como si no fuera a haber un mañana.

Cuando llegaba el verano no había nada más entretenido que sentarse en una terraza de la plaza de Chueca para sentarse a ver pasar a unos y otros y chafardear sobre sus vidas. Lo difícil era encontrar una silla libre en plena hora punta. En la plaza era obligado lo de tomarse un vermú en el Sierra y desde ahí controlar la plaza viendo quién llegaba y de quién iba acompañado. Las lesbianas nos dejaban ir a petardear a sus locales y el Truco y el Escape eran sus locales más divertidos y en los que siempre acabábamos dejándonos caer. Si ibas de día la librería Berkana era un punto de obligada visita y que si querías dártela un poco de mariculta no podías fallar, jamás le estaremos suficientemente agradecidos a Mili Hernández, propietaria de Berkana, su gran labor en pro de la visibilidad y de la igualdad.

Las noches más travestis íbamos al Black and White, A Noite o al LL. Para los osos estaba el Hot y el Denfrente. Para las señoras mayores el Café Figueroa y el Ricks donde lo mismo te encontrabas a García de Villena, Mendicutti o Javier Gurruchaga. Si querías comer algo ibas a El Armario en la calle San Bartolomé, al Vivares y sus menús económicos o al Lombok de Jesús Vázquez. Los más pijos por supuesto que por la noche iban al Stars a primera hora y luego al Liqüid donde estaban los chicos más guapos y de Nuevas Generaciones del PP además de Nefertiti o los Luís Ortiz y Gunilla en versión chuequil. Por no hablar de su cafetería por excelencia que fue La Sastrería y que inauguró la gran Inés Sainz o el Mamá Inés, punto de encuentro de musculocas y osas varias ávidas de proteínas y de ligar en una época en la que no existían ni los Grindr ni los Scruff varios.

De todo eso ya han pasado casi 20 años. Chueca tuvo y retuvo pero claro, uno se hace mayor y ve las cosas desde la distancia física y temporal. Hoy en día Chueca es mucho más fashion y se ha llenado de restaurantes carísimos y de tiendas de lo más cool imposible para la mayoría de bolsillos aunque la verdad es que sin Chueca mi vida no hubiese sido lo mismo y ahí he pasado los mejores años de mi vida. Gracias.

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